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Excesivas expectativas

La relativa importancia de los debates

Excesivas expectativas

¿Los debates son importantes y deben tener cabida en todas las campañas electorales? Sí, incluso deberían ser regulados por ley. ¿Y tienen trascendencia en el resultado final de los comicios? Sí, también. Pero todo en su justa medida. Son lo que son, no conviene exagerar. Los debates electorales televisivos se han convertido fundamentalmente en espectáculos, en la exhibición de las diversas habilidades de los candidatos fruto de las estrategias diseñadas por los numerosos equipos de asesores de imagen puestos al servicio de los líderes de las diversas formaciones. No se trata tanto de exponer una idea, de hacer propuestas programáticas, como de vender la imagen de un determinado político ante la opinión pública.

Lo sucedido en los dos debates de esta semana, uno en la televisión pública y el otro en una privada, demuestra bien a las claras que el show televisivo está por encima de cualquier otra consideración, política, programática o como se quiera llamar. Lo que se busca es epatar al espectador más que hacer recapacitar al futuro elector. Y si hay que cambiar de tono e incluso de personalidad si fuese necesario, pues se cambia.

¿Significa algo ser el ganador de un debate electoral en TV? Hay coincidencia en la mayoría de las encuestas de medios de comunicación y en las conclusiones de los analistas políticos en que el candidato que mejor se comportó, quien mejor funcionó ante las cámaras el martes, fue Pablo Iglesias. Pero, ¿era realmente Pablo Iglesias quien se mostraba allí, en el plató de Atresmedia? ¿Y cuál de los dos Pedro Sánchez o Pablo Casado era el auténtico? ¿El Pedro Sánchez del primer día, que se dejó envolver, con una postura excesivamente hierática e institucional, por lo ataques de los dos líderes del centro-derecha, o el agresivo que arremetió 24 horas después contra ambos, aunque centrándose principalmente en Albert Rivera? Algo similar le pasó al presidente del PP, al que sus estrategas vistieron de estadista el lunes y le mudaron a un ropaje más de choque, de refriega, el martes. ¿Cuál era el auténtico?

Eso sí, tanto uno como otro, tanto Sánchez como Casado, lograron coger desprevenido a Rivera en el segundo debate. Claro, es lo que pasa cuando uno se muestra tan satisfecho consigo mismo, tan encantado de haberse conocido. Los elogios tras su paso por RTVE no le dejaron ver lo que se avecinaba en Atresmedia. No supo adaptarse al nuevo show.

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