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Clave de sol

No todo está perdido

Confiemos en el sentido común de la mayoría

No todo está perdido

La primera reflexión, a bote pronto, que me sugieren las intervenciones de los cuatro aspirantes a presidir un nuevo gobierno es que todos ellos están todavía más bien un poco verdes para tan alta misión. Está bien que sean jóvenes, pero no hubiera sobrado un poco más de experiencia. Los dos encuentros, sobre todo el último, se convirtieron en una riña de plazuela que los moderadores no quisieron o pudieron contener. El relativo éxito de Rivera en el primer encuentro se lo estropeó él mismo en el segundo con sus reproches a Casado.

Quedaron sin tratar a fondo problemas principales que interesan a la ciudadanía como el empleo, las pensiones, la sanidad, la vivienda, la inmigración, la enseñanza, el régimen autonómico, los hirvientes casos catalán y vasco, el déficit creciente, la reconversión industrial, el orden público y por ahí seguido.

Nadie parece acordarse del curioso caso del cadáver de Franco ni del posible indulto que se sospecha a los catalanistas presos. Más que acusaciones de unos a otros, hubiéramos necesitado propuestas. Y desconfiar de los sedicentes redentores dispuestos a echar abajo lo que de alguna forma funciona para ensayar opciones rupturistas. Sobre todo si se insiste en continuar tratando de amansar a los separatismos.

El precio es, pues, altísimo y está en juego nada menos que la unidad de España. Siempre he dicho que el gran error de la transición fue el de tratar de contentar a quienes por principio no se iban a contentar. Concesión trascendental que nos otorga a los españoles la rara condición de un país supuestamente unitario con 17 autonomías, todas con sus parlamentillos y gobiernillos, novedad extravagante y carísima en el constitucionalismo occidental.

Y muy cara, por cierto, con una clase política elefantiásica a favor de insaciables particularismos, además de la transferencia suicida de las competencias en educación. Ahora el candidato socialista se presenta como conciliador. Pero destacadas figuras de su partido, con la cabeza sobre los hombros, como Francisco Vázquez, Joaquín Leguina, José Luis Corcuera, Alfonso Guerra y unos cuantos de aquí mismo, se manifiestan alarmados por la deriva de los acontecimientos y el altísimo precio que estaría dispuesto a pagar Sánchez a cargo de todos los españoles con tal de mantenerse en el poder.

El amor a España y el sentido común aconsejan, por encima de ocasionales partidismos, que evitemos el gran despropósito. No olvidemos a Vox, casi ausente de los medios de información pero con unas audiencias de gran calibre y que puede dar sorpresas.

Seamos posibilistas y confiemos en que triunfe el sentido común de la mayoría en una votación que, según los expertos, parece que al final estará en manos de los indecisos.

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