El Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos cumplió ayer cien días bajo la amenaza del Vox, sobre cuyos votos se sustenta, de no sentarse a negociar los presupuestos. La distancia que Pablo Casado marcó con la formación de Santiago Abascal, al confinarla en la "extrema derecha", pone en juego la estabilidad del Ejecutivo que encabeza el popular Juan Manuel Moreno, que ayer presentaba como balance de este primer momento un veintena de medidas ya realizadas.

El portavoz de Vox en el Parlamento andaluz, Alejandro Hernández, exigió ayer a Casado, que rectifique la calificación de Vox como "extrema derecha" como condición para sentarse a negociar con el Gobierno regional los presupuestos de la Junta. "Esto no es una rabieta ni una reacción desmesurada", afirma Hernández, para quien "si el PP ha copiado casi de modo literal el programa de Vox y ahora dice que es un partido ultra, lo que tiene es ganas de molestar, ofender o incluso injuriar".

El vicepresidente andaluz y líder de Ciudadanos, Juan Marín, asegura que no comparte "en absoluto" los calificativos de Casado respecto a Vox. El de Abascal "es un partido que está en el Parlamento legítimamente", señala Marín. El líder andaluz de Cs teme que estas discrepancias hagan peligrar la continuidad del pacto en Andalucía. Marín forzó el anticipo electoral al negar su respaldo a los presupuestos de Susana Díaz y ahora Vox amenaza con hacer lo mismo con el Ejecutivo del que es vicepresidente.