La investidura de Pedro Sánchez se complica. El pacto de PSOE y Unidas Podemos y la suma de otras formaciones menguó ayer por la pérdida de un diputado del PNV, que el voto emigrante volcó hacia el PP. Con ello, los populares recuperan representación parlamentaria en el País Vasco, que había perdido ya en las elecciones de abril. El rechazo de ERC a dejar paso al Gobierno de coalición si no hay cesiones previas al soberanismo y la interinidad de Ciudadanos -otro de los grupos que podrían contribuir al desbloqueo de la investidura- tras la marcha de Rivera pone cuesta arriba que en diciembre haya un nuevo Ejecutivo.

El cómputo del voto del exterior introdujo ligeras variaciones en la composición del Congreso y del Senado, ninguna sustancial, pero que en el caso de la Cámara Baja ponen más cuesta arriba de lo que estaba la viabilidad del pacto entre PSOE y UP. Mientras los socialistas ganan un representante en el Senado, en Valladolid, en detrimento de los populares, el PNV pierde uno de los siete diputados que por escaso margen obtuvo en el recuento provisional de las urnas del domingo pasado y se queda en los seis escaños que ya consiguió en abril. El sufragio emigrante da ese diputado en disputa a los populares, que con la entrada en el Congreso de Beatriz Fanjul, bilbaína de madre asturiana, recuperan la representación en el País Vasco, después de haber sido borrados del mapa parlamentario en abril.

Con este cambio, el futuro grupo del PP tendrá 89 diputados. PSOE y UP junto a los apoyos que ahora se saben factibles sumarían 169 diputados, a siete de la mayoría absoluta. Frente a ellos tienen 181 escaños. Para que Sánchez consiga la investidura en la segunda votación necesita rebajar ese bloque. La opción más directa sería la abstención de los 13 diputados de ERC, que permitiría al candidato socialista salir presidente por la mínima diferencia de un voto. Esa posibilidad choca ahora con al declarada intención de Esquerra de, a diferencia de julio, no facilitar el Gobierno de coalición si no hay compromisos previos de diálogo con el secesionismo. El punto noveno del preacuerdo suscrito entre PSOE y UP y que marca las líneas generales de su política futura es el compromiso de "garantizar la convivencia en Cataluña", para lo que buscará "fórmulas de entendimiento siempre dentro de la Constitución".

La opción alternativa a la posible abstención de ERC pone el foco en Ciudadanos y resultaría más difícil todavía: al menos tres de sus diputados tendría que votar a favor para que el bloque favorable a Sánchez sumara por encima del de quienes lo rechaza, y otros siete abstenerse. La formación naranja está ahora en una situación de interinidad tras la dimisión de Albert Rivera, que se mantendrán hasta la primavera, cuando un congreso extraordinario elegirá una nueva dirección. Su posición ahora es votar en contra de que Sánchez encabece un ejecutivo en coalición con Podemos. Como alternativa , el secretario general en funciones, José Manuel Villegas, propone un gobierno a tres de PSOE, PP y Cs cuyo programa sea un decálogo de reformas.

La vicesecretaria socialista, Adriana Lastra, lleva ahora el peso de las negociaciones con el resto de los grupos. Junto al secretario general del grupo Socialista, Rafael Simancas, Lastra se reunió ayer con el líder de Más País, Íñigo Errejón, y con el diputado electo de Compromís, Joan Baldoví. Ambas formaciones, que concurrieron coaligadas el 10N, perciben sintonía con los socialistas, aunque consideran que es necesario avanzar en la negociación para garantizar sus apoyos a Sánchez.

Dentro de esa ronda de contactos, Lastra se reunirá mañana en Oviedo con el diputado electo del Partido Regionalista Cántabro (PRC), el asturiano José María Mazón. El del PRC fue en julio el único diputado ajeno al grupo Socialista que Sánchez consiguió sumar en su investidura. Mazón anticipa que ahora está en la misma disposición, pero "siempre que el acuerdo no implique pacto alguno con los independentistas catalanes o vascos".