"Soy fan del cachopo y de la sidra; Asturias me encanta, es preciosa, se come muy bien y le tengo mucho cariño, pero hace ya tiempo que no voy, desde que fallecieron mis abuelos maternos". Beatriz Álvarez Fanjul, hija de asturiana de Oviedo, ciudad donde se conocieron sus padres y donde nació su hermano mayor, es la única diputada del PP por el País Vasco, gracias al voto emigrante, que le otorgó un escaño asignado inicialmente al PNV. Abandonó su empleo en una multinacional al llamarla el líder del PP, Pablo Casado, para encabezar la lista por Vizcaya.
Aspira a ser la voz de los constitucionalistas vascos en el Congreso y mostrar que el nacionalismo es "excluyente": el PNV solo muestra un talante moderado "en elecciones", pero "después va de la mano de Bildu", e incluso ahora "prepara una reforma soberanista que pretende dividir a los vascos en dos clases, una aberración". Sostiene que el nacionalismo en el País Vasco es "un entramado cultural y social, como una religión, como ir los domingos a misa".
Se considera una persona "noble, honesta, constante, peleona, trabajadora y cabezona, que lleva la sinceridad por bandera" y "con vocación política". Le dolió perder el escaño en abril, y sufrió en el recuento del 10N al ver que se quedaba a 200 votos, a 600, a 85, a 15, a 163... hasta que logró el asiento con unos 200 de ventaja. "Casi me da un infarto", rememora. Pero siempre tuvo fe: "intuición de mujer", comenta.
Califica el acuerdo PSOE-Podemos como "el pacto de la pesadilla" y se muestra "preocupada" por el futuro y muy crítica con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, "que nos ha llevado a esta situación por capricho", que "solo sabe destruir" y que "es capaz de dar la mano a ERC y Bildu" con tal de aferrarse al poder. La diputada promete trabajar "por todos los vascos", pero añade que no se olvidará de los asturianos.
