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CLUB PRENSA ASTURIANA | El gran debate de la campaña electoral, en LA NUEVA ESPAÑA

Cinco son tres y dos

De la tensión entre Lastra y López Ares y de ellas dos con Prendes a la didáctica de Castañón y González Orviz

Por la izquierda, Sofía Castañón, Manuel González Orviz, Adriana Lastra, Alberto Menéndez (moderador), Susana López Ares e Ignacio Prendes. miki lópez

El debate empezó allá por el minuto quince, cuando Adriana Lastra, cabeza de lista del PSOE, la última en hablar primero, pronunció "PP" en la misma frase que "triunfalismo" y "conformismo" y Susana López Ares, candidata de la coalición PP-Foro, se sintió obligada a encabezar su turno siguiente con un rotundo vocativo, "señora Lastra", explicando en dos palabras hacia dónde iba a moverse aquello. El debate, que había arrancado sin alusiones, acabó de definirse a sí mismo rondando las dos horas, cuando a Manuel González Orviz, el aspirante de IU, que se había hecho un Pedro Sánchez llegando unos minutos tarde por el tráfico de la "Y", le salió del alma un "os veo muy aceleradas" al comprobar que López Ares se abalanzaba sobre el micrófono para responder a la "señora Lastra" tomando por asalto el turno que correspondía al coordinador general de IU.

El cónclave de los candidatos se había ordenado a sí mismo poniendo a la izquierda a las izquierdas, en tres sillas y dos mesas juntas según mira el espectador, y a la derecha a lo que Lastra, parafraseando a Pedro Sánchez, empezó llamando "las derechas" para disgusto de los dos aludidos mientras negaba con la cabeza el cabeza de lista de Ciudadanos, Ignacio Prendes, y López Ares porfiaba una y otra vez por ponerse a sí misma en "el centro derecha asturiano". El caso es que no sólo había tres bloques organizando la temática de la discusión, también dos ordenando físicamente a los ponentes impares en una mesa de tres -a un lado Podemos, IU y el PSOE-, y otra de dos, PP y Ciudadanos, mucho más avenida la primera que la segunda. Pasa como en las bodas, que va a ser imposible acertar con todos.

Mientras el trío se prodigaba asentimientos y parabienes, el dúo tiraba con bala entre sí y hacia la bancada de enfrente. Y cuando hablando de corrupción Sofía Castañón, la número uno de Podemos, recomendó a los presentes la película que cuenta lo de Bárcenas -"B"-, Prendes le susurró a López Ares "muy buena" y ella asintió y sonrió como quien de verdad va a ir a verla cuando tenga tiempo. No hizo falta pensar en separarlos hasta que la supuesta pretensión de Ciudadanos de reducir ayuntamientos levantó el tono de Prendes -"dime en qué página del programa viene eso"- y el sarcasmo de Ares: "Díselo a tu líder carismático".

Estaba aquello lleno hasta los pasillos, con gente de pie que no se movió en dos horas y media, con fotos con el móvil, con un señor que controlaba la duración de cada intervención con el cronómetro del teléfono. Hasta con el número uno de la lista de UPyD por Asturias, Adán Fernández, mordiéndose la lengua en las últimas filas.

Con la fuerza contenida y el tono correcto sin apenas interrupciones, los cuchillos que volaron pasaron por encima de la mesa del moderador, de la parte izquierda a la derecha, o de silla a silla entre las de Prendes y López Ares. El comportamiento, con la palabra y sin ella, da para componer la tipología del debatiente dividida entre quienes hablan mirando más al público -Orviz y Castañón- y quienes lo hacen con el rabillo o los ojos fijos en sus oponentes. Los otros tres, Salió la líder socialista con la guardia en alto y no la bajó, mirando siempre hacia la otra mesa, desde aquella primera mención al "triunfalismo y el conformismo" del PP. Hasta se le fue la agresividad de las manos cuando en la sala hubo risas al escuchar de su boca que el déficit que los populares se encontraron al llegar al Gobierno en 2011 lo habían generado no José Luis Rodríguez Zapatero sino los gobiernos del PP, "sobre todo el de Valencia". López Ares, combativa en la defensa, pertrechada de herencia recibida, sabiendo al PP tan solo como si esto fuera ya el Congreso de después del 20D, solamente sonreía sin ironía cuando cruzaba miradas con las primeras filas del patio de butacas, donde se sentaban en masa sus colegas de partido. A su lado, Prendes iba poco a poco subiendo el tono y llamando "vosotras dos" a Ares y Lastra a medida que ellas dos se distanciaban "con todo el respeto que me mereces", dijo una vez la socialista, y, sí, también se ponían de acuerdo una vez. Para llamar con toda la retranca y al unísono "líder carismático" a Albert Rivera. "Ya me imaginaba yo que Ciudadanos sería el partido más aludido en el debate", dijo Prendes antes incluso de que Ciudadanos empezase a ser el partido más aludido en el debate.

Pero en este debate a tres había otros dos. Dos de tono más didáctico y menos altisonante, tal vez en el fondo igual de agresivo, pero sin vocativos altisonantes ni alusiones directas, con más ojos en el patio de butacas que en las mesas del escenario. Orviz quiso abstraerse del cuerpo a cuerpo para dejar caer unas cuantas propuestas, tantas que hasta citó a San Pedro. "A José Luis Sampedro", matizó enseguida, en plan 007. Sofía Castañón, la autodefinida "novata", la menos experta en estas batallas, la escritora que empezó diciendo que quería leer muchos papeles hizo frente a la inexperiencia ajustándose casi más que nadie al guión, o casi tanto como Orviz y al menos hasta que Prendes se lo descolocó muy al final, reclamándole el coste y la memoria financiera de la renta básica que propone Podemos. Antes, esto sí, ella se había soltado hasta atreverse a regañar al público por hacer comentarios mientras hablaba Lastra.

Todos agradecieron al empezar la invitación y las presencias -unos las de todos, otra los de "todos y todas"-, pero ninguno, ni siquiera después de ver el debate de dos horas a pie firme y sin contacto con el exterior del pasado lunes, dio las gracias por las sillas, las mesas, los móviles, la tableta de Lastra...

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