La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Virtudes y miserias del sistema electoral

De por qué el matemático marxista votó fascista

Virtudes y miserias del sistema electoral

En nuestro país el reparto de escaños tras unas elecciones se hace mediante la Ley d'Hont, un artilugio matemático que opera así: los votos de cada partido se dividen entre 1, entre 2, entre 3? obteniéndose los "cocientes d'Hont". El primer escaño es para el partido que tenga el mayor de estos cocientes, el segundo escaño para el que tenga el segundo mayor de estos números, y así hasta agotar todos los escaños en juego.

Este sistema beneficia a los partidos mayoritarios que obtienen más porcentaje de escaños que de votos, y perjudica a los partidos minoritarios. Su virtud es que propicia la formación de mayorías fuertes que facilitan la gobernabilidad.

Veamos un ejemplo: supongamos que tres partidos A. B y C han conseguido 8, 5 y 4 votos respectivamente (o bien 8000, 5000 y 4000, o bien 800000, 500000 y 400000?). Los cocientes d'Hont de A, B, y C (tras dividir sus 8,5 y4 votos entre 1, entre 2?) serían:

A: 8 - 4 - 2'66 - 2 ?

B: 5 - 2'5 - 1'66 - 1'25 ?

C: 4 - 2 - 1'33 - 1 ?

Imaginemos que en cierta circunscripción se reparten 5 escaños; serán para los cinco mayores cocientes d'Hont con lo que A tendría 3 escaños, B un escaño y Cun escaño. Ya vemos, A tiene mayoría absoluta habiendo conseguido menos de la mitad del total, tiene el triple de escaños que B con menos del doble de votos. Ahora pensemos en un votante tradicional de C. Básicamente ha desperdiciado su voto ante la mayoría absoluta de A. Pero si hubiese estado listo habría votado a B, originando un reparto de votos de 8, 6 y 3, y unos cocientes:

A: 8 - 4 - 2'66 - 2 ?

B: 6 - 3 - 2 - 1'5 ?

C: 3 - 1'5 - 1 - 0'75 ?

Lo que supone 2 escaños para A, dos escaños para B y un escaño para C. Ahora el partido C tiene todo el poder del mundo, pues puede aliarse con A o con B y formar gobierno con mayoría absoluta. Si A fuese un partido de derechas (pongamos) y B y C de izquierdas, lo mejor que podría hacer un votante de C por su partido sería votar a B. Estamos ante el tradicionalmente llamado "voto útil". Pero ojo, si en vez de un votante de C son dos los que se van a B:

A: 8 - 4 - 2'66 - 2 ?

B: 7 - 3'5 - 2'33 - 1'75 ?

C: 2 - 1 - 0'5 - 0'25 ?

De nuevo A tiene mayoría absoluta y además C se queda sin representación alguna. No es tan sencillo "jugar" al voto útil, el tiro puede salir por la culata.

Pero aún podemos imaginar situaciones más rocambolescas que ideológicamente se alejan un abismo del concepto de voto útil. Supongamos ahora que C (con sus 4 votos) es un partido de extrema izquierda, B (con 5 votos) es de extrema derecha y A (con 8 votos) es una formación de? extremo centro. Pues bien, como ya se demostró en el primer caso lo mejor que puede hacer un votante de C (pero solo uno, por ejemplo su líder) es votar a la extrema derecha (a B) provocando un empate a dos entre A y B para luego negociar una alianza imponiendo a A al menos una parte de su ideario (en el mejor de los casos exigiendo la presidencia). "¡Jamás!", diría seguramente. "Antes me quedo en casa y no voy a votar". Error; si lo hace:

A: 8 - 4 - 2'66 - 2 ?

B: 5 - 2'5 - 1'66 - 1'25 ?

C: 3 - 1'5 - 1 - 0'75 ?

El partido A volvería a tener mayoría absoluta y no necesitaría hacer concesiones a C para gobernar. Lo más ventajoso (para él, para su partido y para su ideología) que puede hacer, dadas las circunstancias, nuestro matemático marxista es no solo renunciar a su partido, sino votar al máximo rival de aquél con quién pretende aliarse (que por si fuera poco es su antagonista moral).

¿Alguien duda ya de que pocas cosas pueden más que las matemáticas? Hasta la esencia más profunda e íntima de las personas, su ideología puede caer rendida y subordinada al poder de los números.

Compartir el artículo

stats