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En corto y por derecho

Besos, abrazos y lágrimas

Los resultados de los comicios van del ósculo de Rajoy, que ganó las elecciones caminando más rápido que nadie, a los abrazos del PSOE y a los pucheros y el atronador silencio de Unidos Podemos

Besos, abrazos y lágrimas

Toda jornada electoral tiene sus besos, sus abrazos, sus "¡que bote, que bote!" y también sus lágrimas, decepciones y "sorpassos" amargados. Un inglés deprimido por el "Brexit" que no sepa nada de los resultados de España porque ya no le importen podría haberlos adivinado al ver que esta vez en lugar del pico sin lengua que en la legislatura anterior le dio en el Congreso Pablo Iglesias Turrión a Xavier Doménech Sampere, su hombre en Cataluña, el que besó fue Mariano Rajoy Brey. Sí, sí, Mariano, el gallego simpático, el de la "gran nación", el gran alcalde al que eligen los vecinos. Fue él quien estampó el beso del 26-J en los labios de su esposa, Elvira Fernández Balboa, a la vista de todos en el balcón de Génova, 13.

El ósculo del gallego comedido superó a los que Pedro Sánchez Pérez-Castejón pueda darle a su mujer, Begoña Gómez Urzaiz -cuidado, que ella es de Bilbao-, e incluso al que el asturiano Ignacio Prendes Prendes (Ciudadanos) dio a su mujer, Marta Serrano Martínez, tras su comparecencia ante los medios. Donde no caben besos siempre son bienvenidos los abrazos. La foto de los socialistas asturianos fue el arrumaco entre Javier Fernández Fernández y la candidata Adriana Lastra Fernández, pese a que en los últimos tiempos se habían ido acrecentando las distancias (aparentes) entre ambos. Hubo un trasfondo de reconciliación en la imagen, una vez que los socialistas respiraron aliviados al ver que Unidos Podemos no les había adelantado por la izquierda.

Pero ya no se puede hablar del 26-J sin volver una y otra vez al balcón, a Mariano botando y al "discurso más difícil de mi vida", aquél en el que decir no dijo prácticamente nada, pero tampoco defraudó a la nutrida concurrencia porque interpretó uno de sus grandes éxitos, "España es una gran nación", sin mencionar esta vez que "los españoles muy españoles y mucho españoles". Mariano también le pregunto a Dolores, a María Dolores de Cospedal García, su secretaria general, si aquellos eran "los malos" cuando un grupo de jóvenes encendió una bengala para protestar antes de huir de la Policía. Y Mariano, a lo suyo. "Me dicen aquí que recuerde que hemos ganado las elecciones. Bien, oye, hemos ganado, es verdad".

Mariano ganó las elecciones haciendo lo que mejor sabe, haciendo de sí mismo según el autorretrato que se pintó ante Jordi Évole Requena, presentador del programa "Salvados", en La Sexta: "Si hay alguna persona que no me gusta, yo no me enfrento a ella. Procuro ir en paralelo, y así se es más feliz, créame. Hasta cierto punto, claro, no plenamente. Creo que esa insatisfacción permanente y sobrellevada es la felicidad en sí misma". Mariano ganó caminando en paralelo. Caminando rápido, claro, como a él le gusta. Como sale en el vídeo que circula por las redes y en el que Rajoy irrumpe caminando rápido en una carrera de cien metros lisos y se impone al mismísimo Usain Bolt.

Pero donde hay risas casi siempre hay también alguien que llora. Sofía Fernández Castañón, candidata asturiana de Podemos, acabó la noche al borde del puchero. De sus colegas de partido casi nada se sabe desde que a eso de las seis y media del domingo dejaron en su cuenta de "Telegram" un cartel convocando a la fiesta, o lo que fuera, de la plaza del Museo Reina Sofía, en Madrid. De ahí en adelante, silencio. En el canal "Guerrilla" de la misma red social, donde se jalea la estrategia de redes de los morados, lo último es una invitación al hashtag "#notequedescallao". Desde entonces, otra vez, silencio. Puede que a Emilio León Suárez, portavoz de Podemos en la Junta, lo haya gafado el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, con el que coincidió votando.

A la vista del resultado y de las caras, su lema electoral -"la sonrisa de un país"- acabó pareciendo el del PP.

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