El preacuerdo para un Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos tiene aún por delante un largo camino hasta desembocar en una eventual investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Un camino en tres etapas, ya que todo indica que, de producirse, la investidura no llegaría hasta la segunda votación, la que solo requiere una victoria por mayoría simple, esto es, con más votos a favor que en contra.

Primera etapa: el núcleo. Los 120 escaños socialistas y los 35 de Unidas Podemos suman 155, cuando la mayoría absoluta del Congreso está establecida en 176 de sus 350 diputados. De ahí que Sánchez y el líder morado, Pablo Iglesias, tengan ahora que negociar para ampliar esa cifra. Pueden contar con casi total seguridad con los tres diputados de Más País, ofrecidos por Íñigo Errejón para un Ejecutivo de izquierdas. También con los siete diputados del PNV, que ha manifestado su alegría por el entendimiento, así como con el del BNG, que se ha limitado a reclamar que el programa tenga "agenda gallega", con el del cántabro PRC -único sostén de Sánchez en la investidura de julio- y con el de ¡Teruel Existe!, dispuesto a colaborar con cualquier Gobierno que trabaje en favor de la "España vaciada". Los dos diputados canarios también ven con buenos ojos negociar el pacto. En total, quince diputados, que elevan el núcleo inicial de 155 a 170.

Segunda etapa: el obstáculo de la mayoría absoluta. Ser investido en primera votación exige alcanzar la mayoría absoluta, para la que a estas alturas del camino a Sánchez e Iglesias les faltaría aún el sí de seis diputados. Y, la verdad, no se ve de donde lo sacarían: los únicos caladeros son las tres derechas (PP, Vox, Cs) y los independentistas (ERC, JxC, EH Bildu y las CUP). En principio, otras tantas vías muertas.

Tercera etapa: objetivo Cs. En la segunda votación, que se celebra 48 horas después de la primera, al candidato Sánchez le bastaría con tener más votos a favor que en contra. Sus 170 diputados propios y afines se encontrarían enfrente con 180 adversarios. De tal manera que, cuando menos, necesitaría que once de ellos se abstuvieran para que la votación final fuese de 170 síes, 169 noes y esas once abstenciones.

¿De dónde pueden salir los abstencionistas? Todos los ojos están puestos en Cs, pero la opción naranja plantea al menos dos problemas. El primero es que ayer mismo el partido que hasta ahora presidía Albert Rivera calificó el preacuerdo de "nefasto", por la presencia de Unidas Podemos, e invitó al PSOE a entenderse con el PP y con ellos. El segundo es de carácter numérico: Cs solo tiene diez diputados, por lo que no bastaría con su abstención, que dejaría la votación en un empate a 170. Sería, pues, preciso que al menos uno de sus diputados respaldara a Sánchez, lo que dificulta aún más el pacto.

Si la negociación con Cs fracasase, solo quedaría una opción: la abstención de los 13 diputados de ERC, que dejaría el tanteo final en 170 a 167. Sin embargo, por una parte, el entorno de Moncloa ha pregonado que el futuro Gobierno no tendría hipotecas independentistas. Y, por otra, la propia ERC fue clara ayer mismo: votará contra la investidura de Sánchez si no se abre un diálogo político con Cataluña y se admite que en esa comunidad no hay un problema de convivencia sino de relación con el Estado.