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PP y Vox se repartieron el botín de votos que dejó Ciudadanos en Asturias

Los populares aprovecharon el desplome naranja en zonas urbanas y residenciales; los de Abascal recolectaron en las rurales y de población más joven

PP y Vox se repartieron el botín de votos que dejó Ciudadanos en Asturias

El 28 de abril, Ciudadanos se desbocó ganando las elecciones en los chalés de La Fresneda. Se impuso en Montecerrao, en La Florida y Ciudad Naranco, en la urbanización de Soto de Llanera y en Gijón en Viesques, Cabueñes y la periferia residencial... Los asturianos de clase media, mediana edad y rentas pudientes abrazaron y dejaron seis meses después la papeleta de la formación naranja, abriendo el 10 de noviembre un botín de votos que se repartieron PP y Vox. Vistos a la lupa del análisis por distritos y mesas, los resultados de las elecciones del domingo enseñan el trasvase de apoyos que cambió el mapa electoral de Asturias en seis meses: el descalabro de Ciudadanos, que en su versión asturiana terminó por borrar el escaño en el Congreso por Asturias en beneficio del PP-Foro, hizo fuertes a sus dos vecinos de la derecha, pero no por igual. El beneficio va por barrios. Generalizando, se tiñeron más de verde Vox las áreas agrarias y de población más joven; el azul PP coloreó con más intensidad los chalés con jardín de las clases medias y se hizo más vivo en los tradicionales bastiones populares del centro de las ciudades.

El mapa de color del PSOE mantiene con variaciones las intensidades, el de Unidas Podemos su puñado escaso de destellos poderosos, más acusados en las cuencas mineras y las zonas obreras, y así se escribe la formulación de una tesis general por debajo de la cual bulle toda una casuística con curiosidades significativas. Lo elocuente es el destino de lo que se deja Ciudadanos en sus fugaces caladeros de votos de la Asturias urbana. La fuerza naranja llegó en abril, por ejemplo, a acaparar el 34 por ciento de los votos en algunas mesas de La Fresneda donde en este noviembre no pasó del quince. De esa pérdida en la urbanización sierense sacó el PP catorce puntos de subida con la repetición electoral del 10N, más que Vox, que ahí ya tenía una base del entorno del veinte por ciento no tan significativamente incrementada con la reedición de las elecciones.

Mirándolo desde la escala inferior al municipio, el fenómeno es equiparable al de los centros urbanos de los cogollos de Oviedo y Gijón, tradicionalmente fieles a la derecha incluso en momentos de debacle como el desplome del PP en las generales de abril. Hay mesas del centro de la capital donde la hinchazón del PP alcanza el 53 por ciento de los sufragios emitidos, señal inequívoca de que la filtración naranja prefiere aquí el voto tradicional del supuesto orden a la aventura de reciente irrupción de la derecha que se vende como la más cañera del espectro político actual. Pasa en Gijón, donde unas cuantas mesas de triunfo de Ciudadanos en primavera pasaron claramente al PP en otoño, en todos los casos con un ascenso de Vox no tan abultado como el de los populares. En los aledaños del paseo de Begoña donde había una mancha naranja en abril, por ejemplo, el partido que hasta el lunes lideraba Albert Rivera pierde bastante más de la mitad de sus apoyos y pasa de ser la primera a la quinta fuerza, el PP toma el relevo con un ascenso del 24 al 33 por ciento y Vox sube poco, del dieciséis al diecisiete. En el corazón residencial de Somió, el azul popular se vuelve más intenso cobrando del desplome ciudadano y Vox también sube, pero menos.

No hace falta decir que ya no hay reductos pintados de naranja en el mapa electoral de Asturias después del 10 de noviembre. En abril había varios, entre ellos la urbanización de Soto de Llanera, pero aquí su caída del 24 al diez por ciento hincha al PP y aúpa al primer puesto a Vox con el 28 por ciento de los sufragios. El mismo trasvase se genera en el único triunfo parcial de los verdes de Santiago Abascal en Oviedo. El distrito de las inmediaciones del HUCA donde Vox ganó el domingo con una cuarta parte de los sufragios emitidos es una "isla" rodeada de mesas de triunfo socialista; después del 28 de abril estaba igual de rodeada de feudos del PSOE, pero en aquella ocasión su fuerza más respaldada, con el 24 por ciento de los votos, era Ciudadanos. A su alrededor, es cierto que abundan las mesas de hegemonía socialista, pero en algunas de las limítrofes Vox es la segunda opción y rebasa el veinte por ciento de los sufragios.

Pero el éxito más rotundo de las huestes de Abascal en Asturias obliga a dirigir la mirada a unas cuantas parroquias rurales del sur de Gijón. En Fano, Caldones y Baldornón, Vox consiguió el porcentaje más alto de votos del Principado, un treinta por ciento, nueve puntos por encima del PP-Foro y once más que el PSOE, el curioso ganador parcial de las elecciones de abril en el distrito. La "pesca" de Vox en la indignación de las zonas agrarias y en las urbanas de población más joven es la que puede llegar a explicar también en general su condición de tercera fuerza, solo por detrás de PSOE y PP, tanto en los concejos del oriente como en los del occidente y en el descenso al detalle sus cuatro triunfos parciales, los de la sección ovetense del entorno del HUCA y la gijonesa de Fano, la de Soto de Llanera y una más, en las mesas de un área agraria del concejo de Ribadesella al este de la capital del concejo. Los de Abascal recolectaron aquí, gracias a un ascenso de doce puntos, del diecisiete al 29 por ciento de los votos, una cosecha que les permite adelantar al PP -el ganador de abril- sin que los populares hayan experimentado ninguna merma en sus apoyos. Los once puntos de la ganancia de Vox equivalen aquí exactamente a la pérdida que experimenta el respaldo de Ciudadanos, dando fe del trasvase que explica en buena medida los grandes cambios operados en el resultado electoral de este noviembre en su comparación con el rendimiento de los contendientes en los comicios celebrados en abril.

A la izquierda del espectro político, menos inestable, el resultado del domingo consolida el de abril en cuanto a la reconquista del PSOE de los barrios obreros donde en algún caso su hegemonía se había visto cuestionada por la emergencia de Podemos. En Oviedo, su victoria se estabiliza por ejemplo en La Corredoria, en Gijón en la zona oeste o en Cimadevilla y en Avilés en el extrarradio. Para Unidas Podemos, que tras la caída notable del 28 de abril puso a relativamente buen recaudo su suelo electoral asturiano, el análisis geográfico de su cosecha de votos en la región dice que se conservan los bastiones sobre todo de las cuencas mineras, pero las cuatro victorias parciales del 28A pasan a solo dos el 10N, una en una mesa de Mieres que abarca parte de la zona rural de la margen izquierda del Caudal y otra en el distrito langreano de Riaño. Sin embargo, es en el valle de Turón donde la formación morada cosecha su mayor porcentaje de votos, un 35 por ciento de los emitidos en una de las secciones de la zona, donde sin embargo fueron la segunda fuerza por detrás del PSOE.

El resumen de dónde pita más cada cual dice, por lo demás, que los votos socialistas han mandado más que en ningún otro lugar en Taramundi, donde arrasan con un sesenta por ciento de los apoyos. El gran reducto del PP-Foro está en el centro de Oviedo, en la zona de Llamaquique y la plaza de España, donde alcanzan el 53 por ciento, y el de Unidas Podemos en la mencionada mesa de Turón. Vox se ha hecho fuerte en la zona rural del sur de Gijón, con su treinta por ciento en Fano y Caldones, y Ciudadanos ya no pasa del quince donde en abril tuvo el 34, en una de las zonas del área residencial de La Fresneda.

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