Con la apertura de aulas empiezan y la vuelta al cole no solo empiezan los problemas con libros y uniformes, llantos a la entrada y separaciones dolorosas, también el reencuentro con amigos y enemigos. Entre estos últimos están los virus. Con el comienzo de las clases, el hacinamiento en algunos casos y las relajadas medidas de higiene que mantienen los menores hacen que los virus empiecen a disfrutar de su ambiente deseado. Para evitarlo, puede potenciarse que los niños jueguen al aire libre, ya que tiene múltiples beneficios para los más pequeños de la casa. Para empezar, el contacto con la naturaleza vuelve a los niños más resistentes a todo tipo de bacterias y polvos y hace que se acostumbren a varias condiciones atmosféricas, desde el sol, hasta la lluvia y el viento. Además, el contacto con el sol juega un papel muy importante en el proceso de absorción de vitamina D y de calcio, lo que ayuda a fortalecer los huesos.

Los juegos al aire libre también influyen de manera positiva en el desarrollo de la imaginación y la creatividad y ayuda a prevenir la obesidad infantil, ya que durante el tiempo pasado en las actividades físicas los niños queman muchas calorías de una manera natural y saludable. Entre los juegos “de toda la vida” que pueden practicar los niños al aire libre y disfrutar igual o más que en casa, además sin gastar, están:

-La rayuela o cascayu. Para jugar a este juego solo se necesita una tiza y una piedra. Tras dibujar un diagrama, compuesto de cajas con números del 1 al 10, el niño debe completarlo saltando a la pata coja, evitando pisar la casilla donde haya caído la piedra. Tras llegar al final vuelve a completar el recorrido a la inversa y recoge la piedra. Cuando el niño pise la casilla con la piedra, se salga del diagrama o no pueda mantenerse a la pata coja será el turno de sus compañeros, ganará el primero que consiga completar el diagrama con la piedra en cada una de las casillas.

-Saltar a la comba. Es uno de los ejercicios más completos y que, además, mejora la coordinación de brazos y piernas, el equilibrio y la velocidad y agilidad. Sólo hace falta que dos niños muevan la cuerda, y el resto de pequeños deberá ir saltando, o bien de uno en uno o hasta tres a la vez, cuando uno falle cogerá la cuerda y relevará a sus amigos.

-El escondite inglés. Uno de los niños se colocará de espaldas y con los ojos cerrados, el resto, a unos 10-20 metros de distancia, tendrán que ir avanzando hacia el primero. Mientras el que la liga recita la frase “un, dos, tres, al escondite inglés, sin mover las manos ni los pies” sus amigos tendrán que avanzar de manera estrambótica y cuando la frase termine pararse en seco, pues cuando el que estaba cantando se de la vuelta eliminará a todo el que vea moverse.

-El balón prisionero. Ideal parea un grupo numerosos de niños. Estos han de dividirse en dos equipos, de más o menos el mismo número, que se colocarán en frentes opuestos. Un jugador del equipo que comience deberá lanzar una pelota en dirección del contrario y si consigue alcanzar a alguno éste tendrá que pasar como prisionero. Si por el contrario en el otro campo un jugador coge la pelota al vuelo no solo se la quedará, sino que será el que la lanzó primero el que pasará como prisionero. El equipo que antes se quede sin jugadores será el perdedor.

-El pañuelo. Se necesitan dos grupos, un árbitro y un pañuelo. En cada bando los miembros deberán tener un número identificativo, y cuando el árbitro, pañuelo en mano, grite uno de los números el representante de cada grupo tendrá que acudir a por él. El primero en recoger el pañuelo y llegar a la base de su equipo quedará salvado, mientras que el otro será eliminado y su número pasará a ser de otro de sus compañeros. Pero si el que no ha conseguido atrapar el pañuelo a la primera consigue coger a su oponente de camino a la base logrará salvarse y el eliminado será el otro.