Las cifras no engañan: uno de cada cinco niños sufre obesidad, una enfermedad crónica que empeora notablemente la calidad de vida y aumenta el riesgo de padecer, entre otras, enfermedades cardiovasculares, hipertensión y diabetes. Sin embargo, aún hay poca consciencia en la sociedad de la gravedad de esta epidemia, cuyo tratamiento más eficaz es la prevención. Para ello, la primera infancia constituye, según los expertos, una etapa crucial para la instauración de hábitos saludables y evitar desarrollar una obesidad que en la mayoría de los casos persiste hasta la adolescencia. Tanto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado recientemente una guía sobre actividad física, sedentarismo y sueño para niños de 0 a 4 años. A partir del año recomienda realizar al menos tres horas de actividad física al día; nada de tiempo de pantallas hasta los dos años y, a partir de esa edad, lo menos posible, con una hora diaria como máximo.

Según los datos del organismo, 124 millones -casi un 20%- de niños y adolescentes entre 5 y 19 años sufren obesidad en todo el mundo. Entre los menores de cinco, 41 millones tienen sobrepeso o son obesos, un 5,9% del total mundial. Se entiende que hay sobrepeso infantil cuando el Índice de Masa Corporal (IMC) -resultado de la división del peso del niño en kilos entre la talla en metros al cuadrado- está por encima del percentil 85 de las tablas de la OMS, y que hay obesidad cuando este índice está por encima del percentil 97.

El riesgo de desarrollar obesidad a una edad temprana es que en un porcentaje muy alto de los casos esta se mantiene durante la adolescencia y la edad adulta, según un estudio publicado en "The New England Journal of Medicine" sobre más de 50.000 niños y adolescentes alemanes. Según la investigación, casi un 90% de los niños obesos a los 3 años seguían siéndolo durante la adolescencia. Y entre los adolescentes con sobrepeso u obesidad, la mayor ganancia de peso, medida en una aceleración más rápida del IMC se produjo entre los 2 y los 6 años de edad.

En su guía el organismo aconseja que los niños no estén sentados o atados en carritos, tronas o mochilas más de una hora seguida cada vez. Para los bebés, lo ideal es que estén "físicamente activos varias veces al día" a través de juegos en el suelo con interacción de otras personas. Los que aún no deambulen deberían pasar al menos media hora a lo largo del día tumbados boca abajo despiertos. A partir del año recomienda que los niños realicen al menos 180 minutos de actividad física al día, que, a partir de los 3 años, deberían incluir al menos una hora con intensidad "de moderada a vigorosa", por ejemplo juegos que impliquen correr o saltar. El documento de la OMS también incluye recomendaciones de tiempo mínimo de "sueño de calidad", un factor muy importante para prevenir la obesidad, ya que no dormir lo suficiente provoca que el cuerpo se sienta falto de energía, a lo que reacciona desarrollando un mecanismo de más apetito, y además pidiendo alimentos hipercalóricos.