La ilusión por el inicio de un curso nuevo, los nervios por adentrarse en un mundo totalmente nuevo, conocer a nuevos compañeros y profesores, el reencuentro con viejos compañeros de juegos y la vuelta a la rutina son sentimientos que muchos niños tienen con motivo de los primeros días del curso 2019-2020.

El largo verano, donde las rutinas de buena parte del año han sido sustituidas por otras que, en ocasiones, incluyen también otros espacios y lugares, ha llegado a su fin y es la hora de volver a pisar las aulas. Se trata de las fechas más adecuadas para inculcar en los niños nuevos hábitos saludables centrados en aspectos relacionados con la alimentación y el trabajo que hagan más fácil su día a día y sean beneficiosos para ellos de cara al futuro más inmediato.

Los expertos recomiendan que el regreso a las aulas debe llevarse a cabo de manera gradual, poco a poco, y con el mínimo de sobresaltos. Es, según explican, la mejor forma de que los cambios se lleven a efecto de la manera más positiva. La tranquilidad debe ser una baza que los padres deben saber manejar con soltura los primeros días de cole, sobre todo con los pequeños de 3 años que por primera vez acuden al colegio. A veces son los propios nervios de los padres por dejar a sus hijos en el colegio lo que más perjudica y pone en jaque a los pequeños.

En este sentido, muchos expertos consideran apropiado que los niños más pequeños, durante los primeros días del curso, acudan al aula con un objeto que les transmita tranquilidad como, por ejemplo, un osito de peluche, una prenda que les reconforte por aspectos como el olor, o su juguete favorito. Es esta una buena fórmula para que ganen en seguridad a la hora de afrontar la aventura de conocer a mucha gente nueva a la vez. Que durante los primeros días o incluso semanas tengan dificultad para dormir por los nervios acumulados o, incluso, coman menos es algo que está dentro de los parámetros habituales. Que los pequeños lloren es también normal. Ser francos con ellos y no crearles expectativas que no se van a cumplir es fundamental para que su adaptación a los nuevos hábitos sea rápida y adecuada. No hay que engañarles con falsas promesas, como decirles que nos vamos por unos instantes y regresaremos a por ellos. La despedida, en el momento en que se quedan en el colegio, debe ser sobria y tranquila, transmitiéndoles seguridad y calma.

Para compensar todo lo anterior, la vuelta a casa tras las primeras jornadas de colegio debe ir acompañada de una mayor atención. Tomar parte de manera activa en sus juegos y atender a sus inquietudes a través de una comunicación fluida es una buena forma de lograr que la vuelta a las aulas sea lo menos traumática posible, y los niños, poco a poco, se introduzcan de lleno en la nueva rutina que les espera para, de esta manera, sacar todo el rendimiento posible a una etapa apasionante donde aprenderán pasándoselo en grande.