El debate sobre los beneficios y desventajas de la jornada escolar intensiva o discontinua lleva muchos años abierto y para cerrar la polémica la Sociedad Valenciana de Pediatría (SVP) ha firmado un documento de posicionamiento, donde concluye que la jornada escolar partida es más favorable, puesto que mejora el rendimiento de los estudiantes, así como su ritmo biológico, "ya que favorece el sueño y su rendimiento académico, sobre todo en los adolescentes". En este línea, consideran que los horarios deben realizarse "acorde al cronorrendimiento de los alumnos para mejorar su aprendizaje y sus resultados académicos, y así evitar las distracciones o la somnolencia que se pueden producir a lo largo de la jornada lectiva".

Los expertos en salud infantil señalan que es más adecuada la jornada tradicional de 9.00 a 12.00 y de 15.00 a 17.00 horas, ya que la concentración de la jornada lectiva entre las 9.00 y las 14.00 horas puede favorecer las distracciones o la somnolencia. Además, aconsejan que se retrase la hora de inicio de las clases y aseguran que el comedor escolar debe ser considerado "un elemento educativo trascendental".

"Jet lag" adolescente

Tras realizar una evaluación de diversos estudios, los pediatras que han realizado este estudio señalan que en el establecimiento de la jornada escolar deben ser considerados los diversos factores que influyen en el desarrollo. "Durante la adolescencia se produce un retraso fisiológico de la elaboración de la melatonina nocturna, lo que significa que el adolescente tiene tendencia a dormirse más tarde y, como tiene que descansar alrededor de nueve horas, se tendría que despertar más tarde. Sin embargo, con los horarios actuales estamos generando un 'jet lag escolar' que puede resultar perjudicial", subraya el doctor Gonzalo Pin, jefe de la Unidad de Pediatría Integral y la Unidad de Sueño Infantil del Hospital Quironsalud Valencia y uno de los impulsores del documento. Por ello, aconsejan que las clases empiecen entre las 08.30 y las 09.00 horas, más aún en el caso de los adolescentes, y que la distribución del horario lectivo, con respecto a las materias cursadas, se organice según los momentos de mayor atención del alumnado. "Es conveniente que se retrase la hora de inicio del horario escolar para favorecer el sueño y el rendimiento, sobre todo en el adolescente, ya que los biorritmos en esta etapa de la vida retrasan los picos de atención", apunta Pin. No obstante, desde la SVP destacan que en el establecimiento del horario lectivo también deben considerarse las aportaciones de todos los participantes de la comunidad educativa, por lo que la decisión de optar por una jornada continua o discontinua debe ser consensuada por todos los estamentos y agentes implicados en la educación de los menores: desde padres, madres y profesores hasta otros profesionales como pediatras, nutricionistas, sociólogos y cronobiólogos, entre muchos otros.

Otro de los aspectos "fundamentales" implicados en el debate de la jornada continua o discontinua, recalcan los facultativos, es el comedor escolar. En este sentido, con respecto a los ritmos derivados de la crononutrición, se ha de favorecer que el horario de la comida de mediodía en los más pequeños se realice de forma ideal entre las 13.00 y las 14.00 horas. Por supuesto, siempre con una dieta sana y equilibrada en todos los nutrientes necesarios para el correcto desarrollo y rendimiento de los niños. Por tanto, la finalización del horario lectivo bajo este supuesto sería en torno a las 16.30 o17.00 horas.