La depresión no es sólo cuestión de adultos. Según los últimos datos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), entre un 4 y un 6% de niños y adolescentes podría padecer este trastorno, un problema que se confunde fácilmente debido a que refleja una sintomatología parcialmente distinta a la depresión en la edad adulta. De hecho, la AEP apunta a los siguientes motivos por los que sospechar de que un menor puede presentar depresión: ánimo triste o irritable la mayor parte del día; no disfruta de lo que hace y antes sí era feliz con ello; cambio notable de peso o en la forma de comer, ya sea mucho o poco; duerme poco durante la noche y mucho por el día; ya no quiere estar con sus amigos o familiares más cercanos; presenta problemas a la hora de tomar decisiones; las notas del colegio bajan; no se preocupa de su futuro; tiene achaques o dolores a pesar de que esté todo bien, o plantee pensamientos frecuentes sobre la muerte o el suicidio. Aunque cualquiera de estos síntomas puede presentarse en niños que no están deprimidos, cuando se dan todos juntos casi todos los días, son señales de alerta de la depresión", advierte la entidad científica.

A pesar de que no existen síntomas definidos o claros para el diagnóstico de la depresión, sí se puede estar atento a determinados comportamientos como quejas somáticas como dolores frecuentes de cabeza, de barriga o ganas de vomitar, así como inquietud, irritabilidad o capítulos en los que se vuelve a orinar en la cama, cuando ya se ha superado esa etapa", señalan los expertos, quienes también advierten que los menores pueden presentar falta de concentración, agitación o más cansancio del habitual, así como conductas negativas y antisociales, entre otras.

Para los especialistas es importante distinguir que esos síntomas no están directamente vinculados a episodios de depresión, por lo que siempre que se sospeche de que un menor puede presentar sí es necesario consultar con un profesional para valorarlo. Las principales causas que pueden llevar a que el menor sufra este trastorno suelen ser los problemas familiares (separación padres, antecedentes depresivos en su familia, dramas familiares, etcétera), negligencia en el cuidado del menor (abusos o soledad), problemas escolares (fracaso escolar o acoso), y problemas de autoestima (motivado por un estilo educativo negativo o debido a comportamiento de los padres).

Aumento del suicidio en menores

Llama también la atención de la AEP que los índices de suicidio en niños, adolescentes y jóvenes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), sean "especialmente preocupantes". Estas tasas de suicidio crecieron del 1,9 al 2,6 por cada 100.000 menores, y del 0.5 al 1.5 por cada 100.000, para las franjas de edad de 10 a 14 años en niños, y de 5 a 14 años en niñas, respectivamente. En muchos casos, para los expertos las responsables son las redes sociales y "juegos macabros" como el denominado "La ballena azul", cuyo fin es incitar al menor al suicidio y no se aprecia en él un trastorno depresivo previo.