Acaba de comenzar un año nuevo. Como cada inicio de año, los adultos suelen hacer reflexión acerca de cómo están viviendo sus vidas, qué les gustaría cambiar y qué reforzar. Es una época en la que se marcan objetivos y se revisan los hábitos y rutinas.

Los adultos pueden hacer esta reflexión solos, de manera autónoma y personal, pero los niños en edad escolar necesitan que alguien guíe ese proceso para alcanzar su finalidad: adquirir o reforzar aquellos hábitos que le ayudan en su día a día y eliminar los que obstaculicen su bienestar.

Todo proceso de reflexión es importante porque implica considerar algo con la atención necesaria para estudiarlo y comprenderlo bien. Fijar con los alumnos objetivos a corto plazo que puedan alcanzar y ayudarles a conseguirlos hará que trabajen la perseverancia, la capacidad de esfuerzo y la resiliencia. El logro de estas metas les hará sentirse fuertes, poderosos y felices.

En esta lista que a continuación se detalla aparecen algunos de esos objetivos que se pueden intentar conseguir este año:

- Lavarse las manos varias veces al día.

- Atarse los cordones solos.

- Cepillarse los dientes siempre antes de irse a la cama.

- Leer todos los días un poquito.

- Hacer los deberes despacio y fijándose más.

- No dejar los trabajos para el último momento.

Otros objetivos pueden estar relacionados con la práctica de algún deporte de manera individual o en grupo. Ocupar ese tiempo realizando actividad física es una excelente alternativa al uso excesivo de dispositivos móviles y electrónicos.

También reflexionar con los alumnos sobre cómo nos relacionamos con los demás, de qué manera se puede ser más amable y respetuoso con los familiares y amigos, así como educado con todas las personas.

El ejemplo educa

En el Colegio Internacional Meres son conscientes de que la imitación es uno de los primeros aprendizajes en edades tempranas. El ejemplo que se da a los alumnos e hijos es muy importante para que reproduzcan actitudes y generen hábitos. Por ello, consideran que los padres y madres deben plantearse objetivos relacionados con sus hijos e hijas: dedicarles un poco más de tiempo, escucharles de manera empática, dar importancia a sus problemas, no hacerles promesas que no podemos cumplir, etcétera.

Otras metas pueden ser tener más paciencia, ser firmes en la disciplina a aplicar, marcar límites correctos y conocer a los amigos de sus hijos.

Asimismo, entre todos pueden elaborar objetivos comunes que impliquen a padres e hijos y que todo el núcleo familiar se comprometa a cumplir. Con su elaboración pasarán más tiempo juntos y estrecharán vínculos afectivos. Algunos de estos objetivos comunes pueden ser:

- Mejorar la comunicación hablando de las emociones que sienten.

- Desconectar todos a la vez de los dispositivos móviles durante un tiempo establecido los fines de semana.

- Pasar más tiempo con los abuelos o llamarles para interesarse por cómo se encuentran.

- Jugar padre, madre e hijos a algún juego de mesa.

- Disfrutar todos de alguna actividad al aire libre.

Generar un clima de respeto, convivencia y cariño para que todos tengan en cuenta valores que contribuirán a ser más felices y se haga más felices a los demás. En definitiva, eso es lo que quiere todo el mundo en este 2020: ser más felices.