Durante las fiestas navideñas que hace apenas una semana llegaron a su fin, los niños y niñas viven muchos momentos de ilusión y magia. Se divierten jugando con sus regalos, se acuestan más tarde, comen a deshora y pierden las costumbres diarias que llevaban antes de las vacaciones.

Todo esto implica que la vuelta a la rutina escolar suele suponer un gran esfuerzo para los más pequeños pudiendo estar durante algunos días más irritables, tristes o cansados, preocupando en ocasiones a sus padres y madres. Sin duda, se trata de una etapa complicada que, si no se maneja adecuadamente, puede dar lugar a problemas de adaptación en los niños o incluso a una fobia escolar propiamente dicha. De hecho, algunos niños se muestran tristes, apáticos, irritables o incluso refieren síntomas neurovegetativos, como dolores de cabeza o de estómago. Pero como todo en la vida, o casi todo, siempre hay una solución, y por ello los expertos aportan varias claves que suelen funcionar para afrontar la vuelta al colegio de los más pequeños de la casa en este arranque de enero.

La primera de ellas es establecer rutinas asociadas al sueño y la comida. Es normal que después de las vacaciones tarden algunas jornadas en recuperar el ritmo habitual. Por este motivo es conveniente que días antes de terminar las vacaciones, los niños hayan vuelto progresivamente a los horarios de acostarse y levantarse a la misma hora. Además, se deben modificar los horarios de las comidas y las cenas y, por supuesto, el de los hábitos y de ocio como, por ejemplo, volver a controlar los momentos de juegos, televisión.

En segundo lugar, se recomienda mantener la diversión unos días después de la entrada al cole, pedirle al niño que cambie su rutina drásticamente es como pedirle "peras al olmo". En vez de eso, se debe intentar mantener algunas actividades divertidas aunque ya haya comenzado el colegio. Por ejemplo, pueden seguir yendo al parque infantil, programar una salida al cine o preparar alguna cena especial en casa. Se trata de mantener ese espíritu navideño unos días más, hasta que el niño se acostumbre por completo a su nueva rutina.

Asimismo, es recomendable que los padres y madres se centren en todos aquellos aspectos positivos que suponen volver al colegio para poder transmitírselos a sus hijos. Por ejemplo, se le puede preguntar por aquel o aquella compañero o compañera de clase con quien se lleve especialmente bien, o por aquella materia con la que disfruta especialmente. Es decir, recordarles las cosas que les gustaban de la escuela.

También es importante hablar con el niño o niña sobre sus temores e inquietudes de la vuelta a las clases. Es fundamental escucharles, entender los temores e inquietudes que pueda tener y nunca minimizarlos ni restarles importancia, así como ayudarles a verbalizar sus emociones. De esta forma, se consigue que el pequeño o pequeña pueda expresar qué es lo que más le preocupa de volver al colegio o qué es lo que más esfuerzo les supone de la vuelta a la rutina escolar. Consiste en animarle a hablar de ello y escucharle abiertamente sin enfados ni reñirle por nada que cuente y, a su vez, hacerle ver que la vuelta a la normalidad también tiene muchos aspectos positivos.

También se aconseja combatir algunas inquietudes que los niños o niñas pudieran llegar a tener. Por ejemplo, si dicen que no quieren volver al colegio porque tienen dificultades con alguna asignatura, hay que tranquilizarles con respecto a la posibilidad de buscar un profesor particular o ayudarles de una manera más exhaustiva con esa asignatura en concreto.

Por último, ha de darse un ejemplo positivo. Los niños y niñas aprenden mucho por imitación, escanean constantemente las actitudes de su entorno, toman nota y después las reproducen. Eso significa que si sus padres se quejan porque tienes que volver al trabajo, los pequeños también se quejarán porque tiene que regresar al colegio; o si los padres y madres se lamentan porque tienen que levantarse temprano y dicen continuamente que les gustaría alargar la época de Navidad para quedarse en casa, no puede esperarse que el niño o niña esté contento ante la perspectiva de la vuelta el cole. Se ha de predicar con el ejemplo y los niños imitarán.

El papel de los maestros

Debe tenerse en cuenta que desde la programación curricular escolar todo esto está programado. Ya antes de las fiestas se integra en el programa del curso actividades que, estando relacionadas con la Navidad, persiguen los objetivos académicos que los pequeños tienen marcados en su programación.

Tras estas, los profesores suelen prever unas jornadas de menor "presión" para permitir que los pequeños se centren: se cuenten las vacaciones, qué regalos han recibido, etc. Pero no más: tras ese día, o par de días, en el que sería inútil tratar de forzar a los pequeños y pequeñas a centrarse por completo, vuelve la actividad con total normalidad.

Son los mismos profesores los que hacen ver a los alumnos que el periodo vacacional y todas sus emociones ya han pasado y que se deben ir dejando atrás para centrarse en los objetivos del nuevo trimestre que acaban de comenzar.

Por ello, en casa los padres y madres deben secundar el esfuerzo de los maestros, propiciando que los horarios y rutinas infantiles vuelvan cuanto antes a la normalidad, y se comprenda que los días libres para jugar y disfrutar de los regalos tienen un momento y razón de ser, y que esta ya ha pasado.

Es conveniente volver a sentarse con los niños a hacer tareas, para ayudarles a centrarse, o bien revisarlas tras el periodo diario de estudio. Si realizan una actividad extraescolar, la reanudación del calendario de estas puede ser una gran ayuda pero, si no, con el trabajo en casa también bastará.

Retomar cuanto antes los horarios de comidas, periodos de estudio y juego que se ha llevado durante el curso también será esencial para que los niños vuelvan a centrarse, aunque al principio cueste convencerles de que no van a poder dedicar a ese regalo que tanto les ha gustado todo el tiempo que querrían.