Para este ejercicio de reflexión he echado la vista atrás por el espejo retrovisor de nuestra historia con la mirada puesta en la fórmula cooperativa. Contextualizando su origen, a mediados del siglo pasado nació Caja Rural de Asturias. La visión de una Caja de y para los asturianos, con unos valores intrínsecos tan propios del mundo rural (esfuerzo, sacrificio, compromiso, confianza, transparencia, honradez,…) que lograron unir muchas voluntades en aquella iniciativa apasionante. La Caja se hizo realidad y logró sumar a ella a los mejores profesionales.

A pesar de las dificultades, con gran acierto sus primeros directivos hicieron que los cimientos que la sustentaron sean hoy en día valores tan actuales que son savia para nuestro desarrollo futuro. Este bagaje se traduce en trabajar con profesionalidad, contribuir al desarrollo socialmente sostenible, potenciar el talento y transmitir bonhomía y honestidad.

Hoy en día conservamos el mismo espíritu e iniciativa; hemos sabido evolucionar manteniendo nuestro ADN, trasladándolo de generación en generación. De los pueblos llegamos a las ciudades, de los caseríos a las grandes empresas. Transmitiendo los valores iniciales, y situando a las personas en el centro de nuestra manera de ser y de hacer. Siempre supimos que ese era nuestro camino. Ajenos a modas transitorias, nuestra naturaleza integra una doble realidad, conciliar la eficacia empresarial y detectar necesidades sociales a las que dirigir nuestra Responsabilidad Social. El 10% del beneficio anual revierte en Asturias mediante nuestra Obra Social y pensamos que está doble vertiente conduce a un mejor uso de los recursos.

Excelentes profesionales y especialistas se encuentran en nuestras áreas de empresas, de negocio internacional, de banca privada, de riesgos, de medios de pago, de seguros, de financiación al consumo,.. y en una amplia red de oficinas, que seguimos manteniendo, para aportar proximidad, escucha y las mejores soluciones financieras a las personas. En estos años hemos crecido en todos los aspectos, pero manteniendo nuestra esencia.

Hemos pasado a ser una banca moderna, flexible y competitiva, combinando la introducción y el aprovechamiento de las nuevas tecnologías. Apostamos por atender al cliente asturiano y sus nuevas necesidades financieras. Fruto de la diversidad de las mismas, ejercemos una banca multicanal, presencial y digital, personal y profesional, que responde a los grandes retos de la economía globalizada. Disponemos de gestores digitales, incrementamos exponencialmente el uso de plataformas colaborativas, introducimos servicios de valor añadido en beneficio de nuestros clientes (nuevas herramientas a su disposición, como la de búsqueda de subvenciones o simuladores de distintos tipos), mejoramos y renovamos nuestro canal digital (Ruralvía),…

Como elementos configuradores de la Caja y que nos permiten trascender de lo local está nuestra pertenencia al grupo Caja Rural, séptimo grupo financiero del país, que nos aporta fortaleza operativa y hace realidad el principio de subsidiaridad aportando mecanismos de competitividad. Nos configuran en segundo lugar nuestras sociedades participadas: el Banco Cooperativo, nuestra empresa aseguradora, RGA , nuestra empresa tecnológica RSI, nuestra empresa de servicios Docalia, que generan economías de escala y dan respuesta a las necesidades operativas.

Nuestro presente continuo está marcado por la pandemia sanitaria y nos ha obligado a reescribir estrategias. Los cambios que previsiblemente se realizarían en los próximos cinco años han ocurrido en tan solo dos meses. La pandemia, como una palanca de cambio, aceleró de forma vertiginosa todos los procesos, el tele trabajo, las videoconferencias… Nuestra forma de hacer banca cooperativa nos obliga cada día a buscar nuevas alternativas a nuevos problemas. Llevamos meses innovando en procesos y digitalizando procedimientos para dar soluciones ágiles a nuestros clientes. Personalizamos nuevos productos y servicios que se adaptan a esta realidad cambiante que nos ha tocado vivir.

A modo de ejemplo, creamos el programa La Caja de la Empresas para dar el apoyo necesario a nuestro tejido industrial y hacer frente al impacto del corona virus. Dentro del mismo, incorporamos nuevas líneas de financiación y nos sumamos a las líneas estatales y regionales, pusimos en marcha moratorias y apostamos por nuevas plataformas de búsqueda de subvenciones. Para apoyar al negocio local y la hostelería, nació recientemente el programa Porque todos somos Asturias en el que eliminamos comisiones en terminales TPV a nuestros clientes, asumimos el 10% de las compras en el comercio local y aplazamos su pago sin intereses en tres meses. Dos iniciativas que tras leer las necesidades de nuestros clientes, nos han permitido anticiparnos a los cambios.

En este futuro que empieza hoy, Asturias, como el país, no parte de una posición ventajosa pero tiene un gran potencial. Nuestros empresarios, pymes y profesionales tienen una base industrial, centros de I+D y tecnológicos capaces de atraer el talento, una gran universidad y sobre todo un deseo de mejorar y de buscar alternativas al modelo tradicional en pro de una progresiva digitalización. Recientemente, hemos tomados el pulso de nuestros empresarios en la jornada webinar Fondo Europeo para la Recuperación: claves para no perderse que organizamos junto a la FADE. Pudimos constatar que se están haciendo los deberes con suficiente antelación para estar preparados al pistoletazo de salida.

Nuestra obligación como banca cooperativa es asumir un rol protagonista, escuchar a la sociedad que está demandando alto y claro cambios frente a modelos productivos pasados y dar respuesta desde el optimismo, la profesionalidad y la creatividad a estos nuevos retos. Sin olvidarnos nunca del bagaje de valores de nuestros pioneros y de los que hablamos al inicio de esta columna: profesionalidad, talento y honestidad.