La Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica elaborará una Ley de Proyectos Industriales Estratégicos orientada a facilitar el desarrollo de inversiones de especial relevancia para Asturias por su vocación tractora, su carácter innovador y su capacidad para generar empleo. La redacción de la norma se ha iniciado este mes, con el objetivo de que el anteproyecto se remita a la Junta General en el primer trimestre de 2021. 

Esta iniciativa pretende impulsar la recuperación económica y social a través de la industria y potenciar el desarrollo de un territorio verde, digital, sostenible y competitivo, dando prioridad a proyectos relevantes para mejorar o consolidar el tejido industrial asturiano y, en especial, aquellos orientados a reindustrializar zonas geográficas que han visto mermado el peso de este sector en su estructura económica.

Asimismo, la ley contemplará actuaciones para salvaguardar empresas o actividades de especial relevancia y cuya continuidad esté en riesgo. Para lograr la declaración de proyecto industrial estratégico, se tendrán que acreditar aspectos como la viabilidad técnica y económica, el grado de innovación o su implicación medioambiental, por ejemplo, con el fin de contribuir a una industria sostenible, competitiva y comprometida con el entorno, que promueva la eficacia energética y la disminución de emisiones. 

Esta declaración permitirá a los promotores beneficiarse de una reducción de los plazos administrativos y obtener prioridad en la tramitación. También contarán con asesoramiento personalizado en las diferentes fases de desarrollo y apoyo en la identificación de posibles líneas de financiación. 

Los promotores de los proyectos contarán con asesoramiento personalizado en las diferentes fases y apoyo en la identificación de posibles líneas de financiación

La redacción de la Ley de Proyectos Industriales Estratégicos es una de las líneas de trabajo de la Consejería de Industria para promover la consolidación de este sector como actividad tractora de la economía asturiana y facilitar su adaptación a los cambios tecnológicos y medioambientales. El departamento que lidera Enrique Fernández ha puesto en marcha varias iniciativas con este fin, como la reactivación del Foro por la Industria, la propuesta de una Alianza por la Industria como gran pacto social y político y la elaboración de la Estrategia Industrial Asturias 2030. La directora general de Industria, Rosana Prada, afirma que el objetivo común de todas estas políticas pasa por “afianzar la industria como motor de la actividad económica y la mejora de la competitividad empresarial”. A su juicio, estos propósitos han de asentarse en los siguientes pilares: la colaboración públicoprivada, la detección de proyectos tractores, la gestión ágil, eficaz y coordinada de todas las administraciones y la simbiosis entre industria e innovación. “Solo así podremos aprovechar de manera adecuada los fondos económicos que nos van a llegar de Europa, y no podemos errar en la estrategia”, añade Prada.

La economía asturiana, como la del resto de los países desarrollados, se viene enfrentando a lo largo de las últimas décadas a cambios estructurales radicales como consecuencia, fundamentalmente, de los procesos de globalización, caracterizados por una mayor movilidad de los recursos y los productos, por la liberalización de los mercados y por la consolidación de los países emergentes como bases de producción en las cadenas de valor globales. Estos procesos, que se han acelerado en los últimos tiempos, son en parte consecuencia y vienen a sumarse a otras transformaciones económicas y sociales como la aceleración del cambio tecnológico, la terciarización y desmaterialización de la economía, el envejecimiento de las sociedades avanzadas, la generalización del Estado del bienestar, la preocupación creciente por los problemas medioambientales, entre otros. Estos cambios han venido acompañados por deslocalización de actividades, especialmente industriales, hacia los países con menores costes laborales.

Planta de Ence en Navia

Estos fenómenos no son enteramente novedosos, aunque sí se han acentuado y acelerado en los últimos años. Como ya se ha señalado anteriormente, Asturias ha sido escenario de diversos procesos de localización y deslocalización de actividades económicas, sobre todo industriales, a lo largo de los años. Desde mediados del siglo pasado, Asturias vivió una etapa de expansión de la actividad industrial, en buena parte como resultado de decisiones de localización de instalaciones productivas adoptadas en un marco político y económico muy concreto, que entra en crisis ya a finales de los años 60 y que se reestructura a lo largo de los años 80. En este periodo se crean y desarrollan algunos de los grupos industriales autóctonos más importantes, y, aprovechando la expansión, se crean también pequeñas empresas en sectores tradicionales. 

Aunque a partir de los años 70 el peso de la industria en la estructura económica de Asturias no ha dejado de descender, una nueva oleada de inversiones foráneas atraída por la incorporación de España a las Comunidades Europeas y por los apoyos públicos disponibles vino a renovar la estructura industrial de la comunidad autónoma a lo largo de los años 90. Multinacionales estadounidenses, japonesas y también europeas establecieron instalaciones productivas en Asturias o adquirieron empresas en reestructuración. Muchas empresas industriales de capital asturiano también aprovecharon estos años para modernizar sus instalaciones productivas y salir a los mercados exteriores. El actual tejido industrial asturiano es en gran medida el resultado de este proceso.

Desde 1980 el porcentaje de empleo industrial se ha mantenido en torno al 15% del total de empleos, incrementándolo incluso durante los años de mayor expansión económica, lo que demuestra la capacidad y la vocación de la industria asturiana para generar empleo.