Madrid

La Audiencia Nacional impuso ayer penas de 22 años de prisión a los dos etarras Irkus Badillo y Gorka Vidal al considerarlos culpables de integración en organización terrorista, conspiración de estragos terroristas y transporte de explosivos por su intención de colocar en un polígono de Madrid una furgoneta-bomba con 536 kilos de explosivos, que fue interceptada por la Guardia Civil el 28 de febrero de 2004 en Cañaveras (Cuenca). Ellos dos formaban, junto al tercer acusado, Beñat Barrondo, la denominada «caravana de la muerte», aunque este último fue condenado a una pena sensible inferior -cinco años de prisión por un delito de colaboración con banda armada- al entender que desconocía los planes del comando.

Tres son los delitos que se les imputan a los dos principales condenados. En el caso de pertenencia a banda armada, la sentencia afirma que «existe una vinculación permanente en el tiempo», ya que ambos desde enero de 2003 hasta su detención, en febrero de 2004, «ingresan en su estructura organizativa, formando un "talde legal" con dependencia orgánica de los responsables sucesivamente asignados por la dirección y realizan actos directamente dirigidos a la consecución de los fines del grupo armado». Por otra parte, la justicia francesa dictó penas de 16 a 3 años de prisión sin cumplimiento contra ocho etarras. El de mayor condena fue el que disparó a un gendarme.