Washington / Madrid,

Mariola RIERA

La falta de entendimiento entre Pedro Solbes y Miguel Sebastián es de sobra conocida tras los polémicos episodios relacionados con la Oficina Económica de la Moncloa, en manos del segundo hasta que la dejó el año pasado para ser candidato a la Alcaldía de Madrid, en lo que cosechó un estrepitoso fracaso. Tan sólo han hecho falta dos días -los que han pasado tras el nombramiento de ambos como miembros del nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero- para que el previsible choque entre ambos se haya hecho realidad.

El vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, señaló ayer que desconoce si Miguel Sebastián es el poder emergente en el nuevo equipo de Gobierno de España como muchos sostienen. Eso sí, quiso marcar territorio: «Lo que sí tengo claro es que el vicepresidente soy yo».

Miguel Sebastián es el responsable de Industria, Comercio y Turismo y es una de las nuevas incorporaciones del equipo del presidente, José Luis Rodríguez Zapatero. En sus manos estará el área energética, origen de las principales fricciones con Solbes (opa sobre Endesa) y una responsabilidad que uno de los representante de la vieja guardia en el Gobierno parece que quiso retener sin éxito. Se la quedó el amigo del Presidente, a quien todos señalan ya como uno de los ministros mejor situados para influir y ganar peso en el Ejecutivo.

¿Es Sebastián la figura emergente o no? «Pues no lo sé», respondió ayer Solbes, que se encuentra en Washington con motivo de la reunión de primavera del FMI y el Banco Mundial (BM), que se celebra este fin de semana en Washington.

«Lo que sí tengo claro es que el vicepresidente del Gobierno soy yo (...) y como yo digo siempre, sobre todo, me corresponde firmar los proyectos de ley, las leyes, hacer las negociaciones y llevar a cabo los temas que tengo que llevar a cabo; y eso es lo que seguiré haciendo como en el pasado», añadió. Por este motivo, por tener ya encima demasiadas cosas, Solbes niega haber pedido personalmente a Zapatero que Economía controlase energía. «Es rotundamente falso que yo pidiera nunca, nunca, que la energía estuviera en el Ministerio de Economía», señaló Solbes, a lo que añadió: «Bastantes cosas tengo que hacer como para meterme también en los temas de energía, que requieren una cantidad de tiempo y un esfuerzo excepcionales».

Escrutado desde Asturias

Lo cierto es que, en manos de Solbes o en manos de Sebastián, algunas decisiones que tengan que ver con el área serán escrutadas y seguidas con gran atención desde Asturias. Miguel Sebastián tendrá que lidiar en los próximos cuatro años con polémicos proyectos como la línea Sama-Velilla, con cuyo trazado los socialistas de Asturias y León no acaban de ponerse de acuerdo. El avance de la línea es fundamental para dar salida al excedente energético de las hasta cinco plantas de ciclo combinado que prevén abrirse en la región. Plantas, a su vez, fundamentales para que eche a andar la regasificadora de El Musel (Gijón), cuya tramitación avanza después de haber estado también rodeada de polémica.

Con todo esto no tendrá que lidiar Pedro Solbes, quien ayer no tuvo reparos en abundar en Washington en los encontronazos pasados con Miguel Sebastián. El ministro de Economía reconoció haber tenido diferencias en el pasado con la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno que dirigía Sebastián, pero señaló que las funciones y responsabilidades de éste como ministro de Industria estarán muy claras, a diferencia de su papel en calidad de asesor de la citada oficina.

Discrepancias

«El papel de asesoramiento nos ha llevado a veces a tener puntos de vista discrepantes», dijo Solbes, quien indicó que esas diferencias «se producen en todo Gobierno y si no se produjeran sería anómalo». Bromeó asegurando: «Todo Gobierno, por definición, es de coalición, en el que por una parte está el ministro de Economía y por otra todos los demás». Y es que, en el reparto, a Solbes le ha tocado la tarea más impopular, como él considera, de tomar las decisiones sobre el gasto de cada área. «Lógicamente no siempre somos los más aplaudidos de la clase, pero seguiremos haciendo nuestro trabajo», concluyó.

Bien por sus desavenencias conocidas en cómo gestionar la economía, o bien porque Solbes tienda a recortar los dineros que quiera manejar Sebastián, lo que está claro es que el choque entre ambos está asegurado. Sobre todo, después de que la mayoría de los expertos y analistas políticos del país haya situado al antiguo director de la Oficina Económica monclovita como figura emergente y el ganador en la supuesta «guerra fría» con Pedro Solbes en las últimas semanas.

En el nuevo Gobierno, Miguel Sebastián tendrá, además, sin dudas, dos aliadas: las nuevas ministras de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, y de Vivienda, Beatriz Corredor. La entrada de las dos en el Ejecutivo de Zapatero se atribuye a Miguel Sebastián. Está por ver quién de los dos, a partir de ahora, logra más beneplácitos del Presidente. Algo en lo que la mayoría tiene claro que ganará Sebastián, quien dicen que puede presumir de tener «hechizado» al Presidente con sus conocimientos y su forma de enseñarle economía.

Por lo demás, Pedro Solbes evitó ayer emitir su opinión sobre el resto del nuevo Gobierno, que cuenta con una mujer en Defensa -Carme Chacón-, tiene más ministras que ministros y un nuevo departamento de Igualdad. «El nuevo Gobierno le corresponde hacerlo al Presidente».