Oviedo, Agencias

Alrededor de medio millar de personas reunidas en Santillana del Mar (Cantabria) silbaron y abuchearon ayer a mediodía al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, entre gritos de «fuera, fuera» y «sinvergüenza», cuando salía de una reunión bilateral que había mantenido con el presidente de México, Felipe Calderón, en la villa cántabra, donde ayer se celebró una cumbre entre ese país y la UE.

Se trata de la primera reacción popular que encaja Zapatero después de que el pasado miércoles concretara el contenido del recorte de gasto público de 15.000 millones que el Ejecutivo abordará entre este año y 2011 para reducir el déficit público y contribuir a la estabilidad del euro y a la defensa de la deuda española frente a los ataques del mercado.

Casi a la misma hora, en Madrid, miles de personas, encabezadas por el coordinador general de IU, Cayo Lara, y el secretario general de la CGT, Jacinto Ceacero, reclamaron a las centrales mayoritarias (CC OO y UGT) la convocatoria de una huelga general para el próximo día 20.

Por la tarde, en rueda de prensa con Calderón y los presidentes del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, Zapatero prometió «con rotundidad» que las pensiones «van a mantener su poder adquisitivo en esta legislatura», ya que en 2009 se revalorizaron, como sucederá también, aseguró, este año por la baja inflación.

Zapatero consideró «lógico» que las personas afectadas por los recortes «exijan todas las explicaciones» e incluso estimó « hasta cierto punto entendible» que estas medidas tengan impacto en las encuestas. Tanto Van Rompuy como Barroso indicaron que los recortes son «valientes» y «van en la buena dirección».

Desde Toledo, el «número dos» del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, pidió a los sindicatos, ante las amenazas de huelga general, «una respuesta proporcionada» a las medidas de ajuste, al tiempo que les rogó «que no se olviden de que hay mucha gente en paro», así como de que «muchas familias han tenido que apretarse el cinturón» y «muchas empresas han tenido que hacer sus ajustes» a raíz de la crisis.

En la cumbre de Santillana, también estaba presente el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien, molesto por el anuncio de que se paralizarán las obras del AVE Madrid-Santander, acusó al ministerio de Fomento de «meter la pata». Revilla rechazó con un «tendrán que pasar por encima de mi cadáver» las insinuaciones de Blanco de que la conexión con Santander se hará por Bilbao. El presidente cántabro, quien destacó que tiene «dignidad y hasta una dosis de mala leche», almorzó con Zapatero y los otros dignatarios asistentes a la cumbre. Tras la comida, el líder socialista subrayó «la pasión» de Revilla al hablar del AVE y aseguró que tiene «una conversación pendiente» con él. Revilla insistió en que no está «para bromas» y en que «hay pasta» para hacer el AVE.