Elche / Oviedo,

Agencias / L. M. S.

El jefe del Ejecutivo defendió ayer en Elche las medidas contra el déficit como un ejercicio de «responsabilidad» ante las «circunstancias» y «pensando en el futuro de España, no en ninguna convocatoria electoral». «No hay cambio ni bandazo» en la política económica del Gobierno, dijo José Luis Rodríguez Zapatero ante unos 5.000 alcaldes, concejales, militantes y simpatizantes del PSOE, en su primer acto multitudinario desde el jueves, cuando el Consejo de Ministros aprobó el plan de ajuste.

El «número uno» del PSOE se esforzó en dejar claro que el sacrificio que «necesariamente» ha pedido a la sociedad española «no es en vano», sino que «sirve» y «es útil»; una petición que, además, en su opinión, no traiciona «las señas de identidad» del proyecto socialista.

Dirigiéndose especialmente a empleados públicos y pensionistas, los dos colectivos más afectados por los recortes, Zapatero les dijo que «contribuyen al porvenir de este país» y a asegurar la solvencia, la credibilidad y la confianza de España en el mundo. Y a que «nadie pueda dudar en ningún momento de que España es un país fuerte», sentenció.

A un año de las elecciones municipales y autonómicas, Zapatero agradeció su coraje a todos los alcaldes, que son los que tienen que ver cada día a los ciudadanos con más dificultades. Precisamente ante ellos quiso ayer «rendir cuentas» y explicarles en qué momento está la lucha contra la crisis, por qué se adoptaron las medidas de recorte y con qué objetivos, especialmente con el de preservar el Estado del bienestar para las próximas generaciones.

Y en la que fue su única referencia a una hipotética subida de impuestos a los que más tienen, apuntó: «A quienes más posibilidades económicas tienen hay que pedirles más esfuerzo, y así lo haremos».

«No tengáis ninguna duda de que el rumbo que hemos trazado dará sus resultados, que volveremos a la creación de empleo y a la riqueza económica», proclamó en otro momento el jefe del Ejecutivo, convencido de que los socialistas saben «asumir las decisiones en los momentos difíciles».

Firme y enérgico, el presidente del Gobierno se tomó el acto de ayer como una especie de bálsamo, tras las críticas de los últimos días, y no escatimó detalles a la hora de recordar a los asistentes las fases de la crisis, desde sus inicios, hace dos años, hasta la actualidad.

También se tomó su tiempo para rechazar algunas críticas que «no son justas» y esgrimió que la reducción en gasto social que representan las medidas aprobadas es del 1,5%. Incluso sería menor, del 0,5%, teniendo en cuenta competencias autonómicas como sanidad o educación, prosiguió.

Por eso, fue tajante al decir que no iba a aceptar críticas de aquellos que no se acordaron de las pensiones mínimas cuando gobernaban, ni del salario mínimo interprofesional ni de los dependientes. «Hoy, más que nunca, antes que nada hay que anteponer el interés de país a cualquier otro interés político o partidista», zanjó. Por eso pidió también a patronal y a sindicatos «voluntad» de acuerdo en la reforma laboral y prometió que su Gobierno se volcará en las próximas semanas para propiciar un entendimiento.

En otro orden de cosas, Zapatero se felicitó por la desarticulación de la sexta cúpula etarra en dos años, que consideró «determinante» para que la banda terrorista esté ya en su «declive final».

Entre tanto, más partidos se pronunciaron ayer ambiguamente sobre el sentido que darán a su voto cuando el plan de ajuste llegue al Congreso el próximo 10 de junio. CiU anunció que actuará con «responsabilidad» para «ayudar a que España salga de la crisis», pese a considerar que estas propuestas llegan «mal y tarde». También será «responsable» el PNV, dijo su presidente, Iñigo Urkullu, aunque advirtió de que no será «un cheque en blanco».