Oviedo, A. M.

La del nuevo ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz (Valladolid, 1950), es una carrera política dilatada, iniciada con la UCD a principios de los años ochenta. Pero aquellos comienzos lo cogieron a una edad lo suficientemente temprana como para que ahora su designación para ocuparse de una de las carreras más delicadas de todo Ejecutivo, en un momento complejo como es el final de ETA pero que también le permitirá hacer historia, le llegue sin alejarse mucho de la media de edad del equipo de Rajoy, que está algo por encima de los 55 años.

Fernández Díaz se convirtió en julio de 1980 en el gobernador civil más joven de España cuando fue designado para ocupar esa responsabilidad en Asturias. Aquel nombramiento lo sorprendió a punto de irse de vacaciones. Era delegado de Trabajo en Barcelona. Estuvo apenas un año en el cargo, hasta su regreso a Barcelona, donde vive desde los tres años, para ejercer idéntica responsabilidad.

En el Principado, Fernández Díaz coincidió con el Consejo Regional de Asturias, el gabinete de la preautonomía que presidía Rafael Fernández. Y en el Gobierno Civil de Oviedo, en la plaza de España vivió el fracasado intento de golpe de estado del 23-F.

Se despidió de Asturias mostrando su fe en el futuro de la región y «con tristeza por dejar esta tierra». Hacía balance y consideraba que durante su estancia se habían «enfocado las soluciones de distintas cuestiones como las comunicaciones con el Occidente, el problema de Ensidesa, la autopista de Pajares o el puerto carbonero de Gijón». De eso hace ya treinta años.

El ahora ministro del Interior secundó, tras la desaparición de la UCD, la aventura política de Adolfo Suárez en el CDS, partido por el que concurrió como candidato en las elecciones generales de 1982, tras dejar de ser gobernador civil de Barcelona.

Ingeniero industrial, casado y con dos hijos, hombre de fuertes convicciones religiosas, Fernández Díaz se incorporó a Alianza Popular, refundada más tarde como Partido Popular (PP).

La suya es una carrera larga, en la que ha estado en todos los niveles de la administración pública. Fue concejal, diputado autonómico, diputado nacional, senador y secretario de Estado. En la pasada legislatura fue vicepresidente del Congreso y figuraba en las quinielas para presidir la Cámara baja. La elección de Jesús Posada para el cargo lo incorporó a la lista de ministrables, a lo que contribuyó también su gran proximidad a Mariano Rajoy. El ahora jefe del Ejecutivo contó con él en sus dos épocas de ministro, nombrándolo primero Secretario de Estado de Administraciones Públicas y posteriormente de Educación y Universidad.

Jorge Fernández Díaz tiene la resistencia del veterano curtido en un medio político hasta ahora poco propicio para los populares como el catalán. Es, sin embargo, hombre moderado y prudente, que confía en el diálogo y que se ha mantenido alejado de quienes están en la línea más beligerante de su partido en Cataluña.