Palma, A. MAGRO / J. F. MESTRE

Después de que el Rey le ordenase renunciar a hacer negocios con Diego Torres y a crear nuevas fundaciones, Iñaki Urdangarín hizo negocios con Torres y creó una nueva fundación. Y no una cualquiera: la Fundación Deporte, Cultura e Integración (FDCIS), institución heredera de la actividad de Nóos que meses después de que el duque de Palma la pusiese en marcha se convirtió en la pista de despegue del dinero hacia Belice y las cuentas de la trama en Luxemburgo.

Por otra parte, se ha sabido que la empresa que comparten Urdangarín y doña Cristina cobró por un evento con el fallero más famoso de Valencia. La pareja regresó ayer a Washington en un vuelo de Air France que despegó desde Madrid a las siete y diez de la mañana.

La nueva fundación FDCIS nació a finales de 2006, el 13 de diciembre, sólo nueve meses después de que el Rey transmitiese al duque sus órdenes para que dejase toda actividad sospechosa, y apenas cinco meses después de que Urdangarín cesase oficialmente en la presidencia de Nóos. Los detalles los confirmó el duque ante el juez.

Para ello le pidió a un amigo suyo, Joaquim Boixareu, un reputado empresario de Barcelona con fuertes vínculos con la patronal catalana, que le cobrase una factura de 30.000 euros al Instituto Nóos. Con ese dinero, según confesó Urdangarín, Boixareu debía crear la nueva fundación, en la que el empresario sería socio fundador, con el duque en la sombra. Aunque suyo es el dinero, como deja claro un documento manuscrito que obra en manos del juez, que dice que los 30.000 euros de Boixareu son «dinero dado por D.T./I.U», iniciales de los dos socios de Nóos.

Según Urdangarín, fue la forma que encontró para pagarle a Boixareu favores pasados por los que no quería cobrarle al yerno del Rey. ¿Qué favores eran ésos? Según la versión del duque, Boixareu le puso en contacto con empresarios y le abrió puertas, una explicación que entra en colisión con la que da el propio Urdangarín a la función que explica que cobrase millones del entramado Nóos: él era el yerno del Rey, la cabeza visible, así que él era el que abría las puertas. Pese a ello, tuvo que pagarle a Boixareu por introducirle en la misma sociedad catalana en la que se crió Urdangarín, hijo de un ingeniero que llegó a presidir una caja de ahorros.

Y para fraguar la operación, Urdangarín tuvo que hacer algo que, según el duque, no era competencia suya: ordenar emitir una factura, una gestión lo suficientemente relacionada con la contabilidad como para cuestionar la tesis que el yerno del Rey repitió ante el juez, aquello de que los números eran cosa del socio.

Torres tuvo esta vez poco que ver, como admitió el duque: la decisión fue sólo de Urdangarín, que niega, sin embargo, que utilizase tan enrevesado método de pago para darle esquinazo al Rey y a sus órdenes de dejar de lado a Torres. «Era un modo de compensar a Boixareu». ¿Y si Boixareu se hubiese negado a crear la fundación? «Habría buscado a otros». ¿Y por qué no podía fundarla directamente el duque de Palma? «No hubo necesidad, Boixareu aceptó». ¿Y si no lo hubiese hecho y hubiera tenido que fundarla Urdangarín personalmente? «Habría tenido que consultar a la Casa Real», concluyó el duque, confirmando lo que se suponía: que no consultó.

La Fundación Deporte empezó así su andadura de espaldas al Rey. Pese a que don Juan Carlos fue tajante en su instrucción para que no volviera a asociarse con Torres, el duque acudió con él al acto fundacional celebrado en Barcelona. «La instrucción era que no estableciese relaciones mercantiles prolongadas con Torres, y esto era puntual», adujo el yerno real.

La fundación, en la que Urdangarín colocó como presidente a su supuesto testaferro e íntimo amigo Mario Sorribas, se convirtió pronto en clave. No en vano, FDCIS es el principal nexo de Urdangarín con la trama de evasión internacional, que se articula en torno a De Goes Center, que es un 99% propiedad de la fundación que ideó Urdangarín. El 1% restante es de Sorribas, el supuesto testaferro, que declarará el lunes.

Por otra parte, la empresa que comparten Urdangarín y la Infanta Cristina, la sociedad Aizoon, cobró 30.000 euros por actuar como mediadora en la elaboración de un estudio sobre la viabilidad de un festival de fiestas populares. El informe fue encargado por el empresario Juan Armiñana, con negocios en la construcción y presidente de la Falla Nou Campanar.

Por último, el duque de Palma respondió al fiscal que «mi fuente de ingresos no era Nóos, sino Aizoon», la sociedad que comparte con la Infanta.