Dicen que es una recomendación personal y expresa del hoy embajador en Londres, Federico Trillo Figueroa. Al frente de la defensa de Luis Bárcenas en el «caso Gürtel» está el prestigioso letrado ovetense Miguel Bajo Fernández (1945). Considerado por sus propios colegas entre los mejores penalistas del país, este catedrático, especializado en derecho económico, ha dejado y deja huella en los casos más sonados de la historia reciente de España: De Banesto a Gescartera, pasando por Rumasa, las Torres Kio o Bankia.

El catedrático Miguel Bajo es una garantía judicial cuya minuta no está al alcance de cualquiera. Según diversas informaciones, cuando el PP todavía costeaba la defensa de Bárcenas, cobraba a razón de 350 euros por hora de trabajo.

Bajo está especializado en delitos patrimoniales y económicos, pero también se ha movido en cuestiones éticas relacionadas con la disponibilidad de la vida o la defensa del derecho a la intimidad.

Así, a finales de la década de los noventa, asumió la defensa de Ramona Maneiro, que no llegó a ser juzgada por facilitar la muerte del tetrapléjico Ramón Sampedro ante la falta de pruebas. Siete años después de aquellos hechos, cuando el delito había prescrito, Maneiro admitió en televisión haber suministrado a su amigo el acceso al veneno que le causó la muerte. También que fue ella quien grabó el vídeo en el que Sampedro dejó dichas sus últimas palabras. Además, Bajo es el abogado de Ana Obregón.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Oviedo en 1967, con premio extraordinario, doctor y catedrático por la Autónoma de Madrid, el letrado ovetense es maestro de numerosos juristas. En el ámbito académico, es autor de un volumen de referencia: Derecho Penal Económico aplicado a la actividad empresarial.

Tras una larga trayectoria, el penalista asturiano afronta un nuevo reto. Está claro que es complicado, pero también que Bárcenas difícilmente podría haberse puesto en mejores manos.