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Arranca hoy el primer intento de investidura del líder del PP

Un puño y una rosa, dos estilos

Javier Fernández decidió no optar a la Presidencia del Principado frente a Cascos, que le superaba en un escaño pero no en votos, tras las autonómicas de 2011

Pedro Sánchez y Javier Fernández, en la pasada campaña electoral, en un mitin celebrado en La Corredoria (Oviedo). IRMA COLLÍN

Un mismo partido, el del puño y la rosa, dos manuales de estilo bien diferentes. El escenario de incertidumbre que marca la política española, con dos elecciones generales consecutivas, en apenas medio año, y ocho meses de Gobierno interino, vuelven a sacar a la luz las distintas estrategias seguidas por el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el de la Federación Socialista Asturiana (FSA), Javier Fernández cuando se vieron ante una situación similar, que no idéntica, tras un resultado electoral adverso.

Los socialistas asturianos vieron como un partido de nuevo cuño, liderado por Francisco Álvarez Cascos, lograba un escaño más en las elecciones autonómicas de 2011. Foro consiguió 16 diputados, frente a los 15 que sumó el PSOE, pese a que la lista encabezada por primera vez por Javier Fernández había obtenido 1.500 votos más. Aunque aquel resultado supuso un varapalo en toda regla para los socialistas, fueron muchos los que intentaron, puertas adentro, convencer a Javier Fernández de que debía presentar su candidatura al pleno de elección del Presidente del Principado, máxime cuando no estaba claro que el PP asturiano fuera a apoyar con sus votos a su antiguo líder tras una escisión tan reciente como dolorosa.

"Estaremos donde los asturianos han decidido, en la oposición", declaró Javier Fernández en la que fue, sin duda, su más aciaga noche electoral. Y pese a la presión de cuadros socialistas de distintos puntos de la región, sobre todo en Gijón, el secretario general de la FSA no varió un ápice su posición, que defendió ante su ejecutiva, y logró después el respaldo del comité autonómico del partido. Entendía que la oposición le hacía en aquel momento y con aquel resultado, en plena resaca de la operación Marea, un mayor favor al partido que agarrarse a una presidencia para la que, además, resultaría imprescindible un "guiño" del PP, en forma de abstención, que abonaría la hipótesis del "pacto del duernu", sembrada por los casquistas. Y en la oposición se quedó el PSOE asturiano. La estrategia acabó por no salirle del todo mal, ya que la sorprendente convocatoria electoral decidida por el líder de Foro le concedió una nueva oportunidad al candidato socialista. Aquel paso atrás lejos de erosionar al PSOE de Javier Fernández, le fortaleció no en votos pero si en número de escaños, ya que ganó dos diputados respecto a la anterior cita con las urnas y superó en cuatro a Foro.

Con este precedente, no es de extrañar que Javier Fernández plantease abiertamente a sus compañeros del comité federal que no le salían las cuentas para que PSOE pretendiese ser alternativa del gobierno, tras los resultados del 26-J. "La experiencia de ayer y la aritmética de hoy lo convierten en un imposible medieval", llegó a manifestar ante Pedro Sánchez en un comité federal que acordó votar "no" en la investidura de Mariano Rajoy. El secretario general del PSOE ha vuelto a insistir ahora, tras el acuerdo del PP con Ciudadanos, en esa misma posición, reticente a allanar, un segundo mandato de Mariano Rajoy. Y ello, después de que los socialistas, tras presentarse en marzo a su investidura fallida, perdiesen cinco escaños y su mayor rival subiera 14 diputados para llegue ahora a esta nueva tentativa a la Presidencia, con 170 apoyos, casi cuarenta más de los que consiguió reunir Sánchez. En las diferencias de estilo entre Javier Fernández y Pedro Sánchez no cabe añadir la recordada por la popular Mercedes Fernández, al destacar que el secretario de la FSA se abstuvo cuando fue elegido presidente Cascos. Cierto, pero con un matiz nada desdeñable: la ley asturiana de elección del Presidente impide el voto negativo, por lo que Fernández sólo tenía la opción de abstenerse o votar a favor.

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