Las dudas han asaltado los últimos días a Pedro Sánchez, que no resolvió hasta ayer a última hora su debate interior sobre qué hará en la segunda votación de la investidura de Mariano Rajoy. Lo contó a sus más próximos, pero con la exigencia de guardar silencio. Algunos de los más fieles a Pedro Sánchez también han permanecido entre dudas, pero más sujetas a la espera a que el exsecretario general del PSOE resolviese las suyas para poder aclarar las propias. Así, algunas de las acciones de los últimos días vendrían a ser, a juicio de fuentes parlamentarias, un intento de proporcionar un "paraguas" a Pedro Sánchez para que pudiese votar no a Rajoy sin coste a ojos del partido.

Bajo esta lectura se entiende, por ejemplo, el afán de algunos barones por tratar de convencer al presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández, para que admitiese una abstención "técnica": que solo los 11 diputados necesarios se abstuviesen y el resto pudiese mantener el "no es no" al Partido Popular. Fernández rechazó de plano la alternativa: "No cabe debate alguno", les dijo.

El segundo intento se produjo en la última reunión del grupo parlamentario, en la que algunos diputados afines a Sánchez insistieron en la salida "técnica" que permitiese al exsecretario general clarificar su debate. Ahora Pedro Sánchez se enfrenta a un problema. "El primero que tiene en su vida", señalaba con ironía alguien que compartió con él años en Ferraz.