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Apuntes De Mecánica Política

ANÁLISIS | Las cuentas regionales se complican

La abstención en Madrid favorece que el PSOE negocie el Presupuesto asturiano con el PP, pero los socialistas quieren evitarlo: hasta sopesan mantener la prórroga si la izquierda les da calabazas

ANÁLISIS | Las cuentas regionales se complican

Al tiempo que los diputados socialistas en el Congreso (la mayoría, no todos) se abstenían ayer al votar la investidura de Rajoy, permitiendo al PP renovar en el gobierno de España, el ejecutivo regional de Javier Fernández se complicaba las posibilidades de sacar adelante el presupuesto autonómico. El líder de la gestora socialista y presidente del Principado observaba desde la tribuna de invitados del hemiciclo en Madrid unos acontecimientos que conducen a su Gobierno a una dicotomía perversa.

Lo cierto es que no existe ninguna contraprestación en Asturias preestablecida al aparente "favor" político que los socialistas han concedido al PP en España (y también a ellos mismos desde el punto de vista orgánico para evitar el trago de otras elecciones). Todo está por decidir y el primer hito en el horizonte será el presupuesto autonómico.

Un acuerdo casi imposible. El gobierno de Javier Fernández ha reiterado que su objetivo es alcanzar un amplio acuerdo de izquierdas para sacar adelante las cuentas regionales de 2017. Es decir: el ideal teórico para el PSOE sería un presupuesto pactado con Podemos e Izquierda Unida (IU) que vinculase la acción política del próximo año. Sin embargo ese marco se antoja un anhelo muy difícil. Si bien los socialistas han tenido una interlocución aceptable con IU hasta ahora -y que está al borde de la quiebra para los próximos meses-, con Podemos los puentes han estado prácticamente rotos. Después de la abstención de los socialistas ayer en el Congreso, tanto IU como Podemos reforzarán sus mensajes de que poco hay que negociar con un PSOE que permite gobernar a la derecha (con redoble de acusaciones de corrupción añadidas) y tratarán de arrojar a Javier Fernández a los brazos (políticos) de la presidenta del PP, Mercedes Fernández.

Un acercamiento inconveniente. Pero no es el Partido Popular el aliado que más conviene a los socialistas. Con la que está cayendo, un acuerdo presupuestario con el PP no haría más que agrandar la ya ingente brecha entre el gobierno de Javier Fernández y el ala más a la izquierda del parlamento. No hay coincidencia en cuestiones políticas de fondo: los populares tienen como mantra la exigencia de eliminar el impuesto de Sucesiones, algo a lo que los socialistas no están dispuestos. A afinarlo para rebajar su impacto en las rentas medias sí, pero su existencia tiene una base argumental muy asentada en el PSOE.

Avances en fiscalidad. Las miradas del PSOE se mantienen en Podemos e Izquierda Unida. Con los morados, los socialistas ya han tenido negociaciones en materia de fiscalidad. Ambas partes reconocen avances: los de Podemos señalan que la rebaja que plantean en el impuesto de Sucesiones "se aproxima" a los cálculos que manejan los socialistas. También en el PSOE se perciben vías de entendimiento, lo cual ya es mucho teniendo en cuenta la historia de desencuentros. Pero de ahí a que eso acabe en acuerdo presupuestario hay un trecho. Los podemistas lo dan prácticamente por descartado y recalcan que el afán negociador de los socialistas se ha relajado. Quizás sea factible consensuar medidas de política fiscal, pero los morados creen que el PP siempre será ahora mejor pareja de baile para el gobierno. "En el momento en que nuestras pretensiones les resulten excesivas buscarán la alianza de los populares", señalan fuentes de Podemos.

Distanciamiento de IU. Con Izquierda Unida también resulta muy difícil un acuerdo. La coalición ha ido preparando su discurso de distanciamiento con el partido al que dio el gobierno mediante un acuerdo de investidura. Primero, la coalición fue expresando quejas por incumplimientos de lo pactado y criticó al gobierno achacándole escasa capacidad negociadora y de diálogo. El portavoz parlamentario de IU, Gaspar Llamazares, fue ofreciendo en la cámara el lado más amable de la coalición pero dos hechos han dinamitado incluso su cordialidad: el proceso interno que atraviesa Izquierda Unida para elegir nueva dirección y la decisión de los socialistas de permitir que Mariano Rajoy vuelva a ocupar la Moncloa.

Nuevo coordinador, nueva etapa. La elección el pasado viernes del nuevo coordinador regional de IU también establece un tiempo nuevo. Con Ramón Argüelles al frente de la coalición se asienta la idea de una consulta a la militancia para dar por roto el apoyo de investidura a los socialistas y se abre una vía de mayor entendimiento con Podemos, más apegada a las tesis de Alberto Garzón. El problema para esa confluencia es que las relaciones entre ambas formaciones en Asturias son bien distintas. Los podemistas asturianos no son partidarios de una coalición que diluya las diferencias entre organizaciones. Ya saltaron chispas en el intento de trasladar al Principado el acuerdo nacional para las pasadas elecciones generales, formando una lista única.

La profecía autocumplida. Con este escenario, el PSOE tendrá que discurrir por un callejón muy estrecho en la negociación presupuestaria. Los posibles aliados de la izquierda ejercen la "profecía autocumplida": dan por hecho que los socialistas pactarán las cuentas con el PP porque propiciaron un gobierno de Rajoy en Madrid, por lo que poco harán para evitarlo, con lo que terminan dejando esa como única salida a los socialistas.

La vía lenta. Hay una alternativa para el PSOE. Apurar al máximo la negociación presupuestaria con IU y Podemos y presentar en el parlamento un texto que se aproxime lo más posible a las exigencias de ambos partidos. Deberán ser ellos los que expliquen por qué no lo apoyan. Y si el gobierno se queda por segundo año sin cuentas, puede mantener la prórroga y esquivar el desgaste que supondría siquiera tratar de negociar con el PP. Llegado el caso, si las aguas se tranquilizan, cabe intentar un nuevo acuerdo o proponer ajustes de crédito a diestro y siniestro tratando de obtener algun tipo de respaldo.

Débil ventaja. Es indudable que el presidente autonómico, Javier Fernández, tiene ahora una posición ventajosa para tratar de arrancar del gobierno central una mayor atención a los asuntos asturianos. Pero la cruz de la moneda es que el coste para el PSOE ha sido ingente. No sólo en la escena parlamentaria asturiana. El debate sobre el estado de la región -previsto para los días 7, 8 y 10 de noviembre- estará contaminado por lo ocurrido ayer en el Congreso de los Diputados. Y las consecuencias también se extienden por las entrañas de la Federación Socialista Asturiana. El terremoto interno desatado por la crisis con Pedro Sánchez ha hecho saltar por los aires familias y alianzas clásicas en el esquema del partido en Asturias. No sólo eso: la paz que tanto le costó a Fernández instaurar en el partido se resquebraja. El tiempo juega en contra de los "sanchistas", aunque su mayor impulso es la tenacidad de un Pedro Sánchez que ya ha anunciado que volverá a recorrer España en coche como hizo antes del congreso de 2014. En Asturias están claros los apoyos de cada cual a fecha de hoy. Habrá que ver cuáles se tambalean. Por si acaso, pongan la mirada en si el gobierno de Rajoy adopta alguna decisión relevante para el sector minero.

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