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Los privilegios de la foralidad

La autonomía tributaria vasca, unida a la supuesta infravaloración del cupo, supone para la comunidad unos ingresos muy superiores a los del resto

Ahora que el PP está llamado a entenderse con el PNV para sacar adelante los Presupuestos Generales de 2017 -un entendimiento que los nacionalistas vascos han supeditado al grado de "sensibilidad foral" que muestre el Gobierno-, convendría recordar y aclarar algunos conceptos.

La relación financiero-tributaria entre el Estado y Euskadi está establecida en el Concierto Económico Vasco. En el caso de Navarra, muy similar, se llama Convenio.

Concierto. El País Vasco disfruta de un régimen económico y fiscal propio desde finales del siglo XIX. Durante la dictadura, el régimen franquista privó a Guipúzcoa y a Vizcaya de su privilegio recaudador, pero Álava y Navarra nunca lo perdieron. Con la restauración de la democracia, concierto y convenio quedaron incluidos en sus estatutos de autonomía.

Cupo. El País Vasco recauda y gestiona todos los impuestos menos los que corresponden a competencias no transferidas. Se denomina "cupo vasco" a la aportación anual que la comunidad autónoma hace para contribuir a los gastos derivados de las competencias que el Estado ejerce en exclusiva. Son las partidas relativas a Defensa o representación exterior, la Casa del Rey o la gestión de las infraestructuras como puertos y aeropuertos.

Cálculo. La base sobre la que se aplica se renegocia cada cinco años, en virtud del gasto que hace el Gobierno en cada partida no transferida. El último cálculo fijaba una contribución del 6,24%. El último cupo acordado está pendiente de renovación desde enero de 2011. Desde entonces está prorrogado.

Privilegios. El País Vasco y Navarra tienen potestad para aprobar normativas fiscales propias en casi todos los impuestos, incluidos el IRPF y el Impuesto de Sociedades (no el IVA). Vascos y navarros pagan menos impuestos si sus gobiernos bajan los tipos, como así ocurre.

Discriminación. Cuando la economía va bien y la recaudación es mayor, los recursos que manejan estas dos comunidades son superiores a los de la media del resto de las autonomías.

Sobrevaloración. Los críticos del cupo vasco suelen decir que la cantidad que paga anualmente Euskadi al Estado está "sobrevalorada", cuando deberían decir "infravalorada". Es decir, que debería aportar más, no menos.

Discriminación. La autonomía financiero-tributaria de la que goza el País Vasco, unida, según sus críticos, a la "infravaloración" del cupo, se traduce en unos ingresos muy superiores a los que obtienen, de media, el resto de los territorios. Así, entre los años 2011 y 2013, las autonomías del llamado "régimen común" ingresaron por término medio 2.900 euros por habitante y año, mientras que en el País Vasco ese monto fue de 4.000 euros y en Navarra de 5.200.

El caso catalán. Cataluña no exigió en su día un concierto económico como el vasco. En 2012, el expresident Pujol lo atribuyó al hecho de que en las elecciones de 1977 los catalanes votaron mayoritariamente a partidos no nacionalistas (PSC, PSUC y UCD), que rechazaban esa opción. En septiembre de 2012, el entonces president Mas reclamó un concierto económico para Cataluña, a sabiendas de que Rajoy se lo negaría. Con el pretexto de ese rechazo, exigido 35 años después, Mas lanzó el proceso soberanista, que hoy es ya una seria amenaza de ruptura con el Estado.

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