La banda terrorista ETAconcentró sus atentados más sangrientos en la década de los años ochenta, con acciones especialmente cruentas como el atentado de Hipercor en Barcelona y que acabó con la vida de 21 personas, y con la Guardia Civil y los militares en el punto de mira de los atentados que buscaban mayor número de víctimas.

La acción más sangrienta en la historia de ETA fue el atentado de Hipercor en Barcelona perpetrado el 19 de junio de 1987. Acabó con la vida de 21 personas, entre ellas cuatro niños, y causó heridas de distinta gravedad a otras cuarenta y cinco. El 23 de octubre de 1989, la Audiencia Nacional impuso una pena de 794 años de cárcel para cada uno de los dos etarras autores de la matanza, Domingo Troitiño y Josefa Ernaga.

No obstante, el primer atentado de grandes proporciones en la historia de ETA se remonta al 13 de septiembre de 1974. Un año después del asesinato de Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno designado por Franco, la banda terrorista explota una bomba en la cafetería Rolando de la calle Correo, en Madrid, en la que fallecieron 13 personas.

Otro de los atentados más sangrientos fue el del 14 de julio de 1986, cuando doce agentes de la Guardia Civil fallecieron al estallar un coche bomba en la plaza de la República Dominicana, en Madrid, al paso del autobús en el que viajaban. Además, más de medio centenar de personas resultaron heridas.

1987. Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza

Un año después, el 11 de diciembre de 1987, la explosión de un coche bomba en la Comandancia de la Guardia Civil de Zaragoza se saldó con la muerte de once personas, entre ellas cinco niñas.

Este mismo método fue el empleado por ETA para atentar contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Vic, en Barcelona, el 29 de mayo de 1991. Nueve personas fallecieron, entre ellas cuatro niñas, y hubo 40 heridos.

Entre otras acciones que cabe reseñar en cuanto al número de víctimas figura también la explosión en julio de 1979 de dos artefactos en las estaciones de Atocha y Chamartín, en Madrid, que se saldó con la muerte de siete personas, entre ellas un agente de la Policía y otro de la Guardia Civil, así como con un centenar de personas heridas.

También fueron siete las víctimas registradas al explotar un coche bomba en la calle López de Hoyos de Madrid, esquina con Joaquín Costa, al paso de un vehículo militar camuflado el 21 de junio de 1993. La explosión del coche, cargado con 40 kilos de explosivos, acabó con la vida de cinco tenientes coroneles, un sargento y un civil causó además una treintena de heridos.

Seis asesinados en Vallecas

Madrid fue escenario igualmente de otro de los asesinatos más crueles cuando seis trabajadores civiles de la Armada murieron como consecuencia de la explosión de un coche bomba en el barrio de Vallecas el 11 de diciembre de 1995.

Uno de los atentados más sangrientos que tuvo como objetivo al Cuerpo Nacional de Policía ocurrió lugar el 8 de diciembre de 1990, día de la Inmaculada, en Sabadell (Barcelona) con seis agentes fallecidos y una docena de personas heridas. Los policías Miguel Marcos, Ramón Díaz, Juan José Escuredo, Eduardo Hidalgo, Francisco Pérez y Juan Gómez Salat perdieron la vida y una docena de personas resultaron heridas al hacer explosión un coche bomba al paso de la furgoneta en la que los policías se dirigían a prestar un servicio de vigilancia en el campo de fútbol de la Nova Creu Alta.

Los pistoleros de ETA

El 4 de octubre de 1976, unos pistoleros de ETA acabaron con la vida del entonces presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce Villar, en pleno centro de San Sebastián tras recibir siete impactos de bala. En esta acción también fallecieron su chófer, José María Elicegui, así como dos policías de su escolta, los subispectores Alfredo García González y Luis Francisco Sanz Flores, y el conductor del coche donde viajaban, Alfredo García González, policía armada de servicio en el Parque Móvil.

Otros pistoleros etarras del comando Ixkulin acabaron a tiros con la vida de cuatro agentes de la Guardia Civil y un civil en el bar 'Aaizea' de Zarauz (Guipúzcoa) el 3 de noviembre de 1980. Fruto de los disparos indiscriminados fallecieron los cabos primeros Ángel Retamar Nogales y Arturo López Hernández y los agentes Julio Cesar Castillejo Pérez y Modesto García Lorenzo, pertenecientes al Destacamento de Tráfico de Zarauz (Guipúzcoa), así como el vecino de la citada localidad Miguel Lasa Arraubarrena.

Otros cinco agentes de la Guardia Civil fallecieron al explotar un coche-bomba cargado con 20 kilos de en la confluencia de la calle Juan Bravo con Príncipe de Vergara, en el barrio madrileño de Salamanca, al paso de un vehículo de la Benemérita el 25 de abril de 1986.

Cinco de los nueve ocupantes del vehículo, que acaba de recoger a los guardias civiles que prestan servicio en las Embajadas de Estados Unidos e Italia, fallecieron a causa de la explosión (Juan Mateos Pulido, Juan Carlos González Rentero, Juan Catón Vázquez, Vicente Domínguez González y Alberto Amancio Alonso Gómez) mientras que los otros cuatro resultaron heridos de gravedad.

Más recientemente, el 6 de febrero de 1992, ETA acabó con la vida de cinco militares al hacer explotar un coche bomba cargado con 50 kilos de explosivos en la confluencia de la calle Segovia y la Plaza de la Cruz Verde de Madrid al paso de una furgoneta militar, que trasladaba diariamente personal desde la Capitanía General de la Región Militar Centro.

En esta acción fallecieron los cinco militares que viajaban en el furgón: los capitanes del Ejército de Tierra Juan Antonio Núñez, Ramón Navia y Emilio Tejedor, el soldado Francisco Carrillo y el radiotelegrafista Antonio Ricote. Asimismo, resultaron heridas 12 personas, varias de ellas de gravedad.