El final de Younes Abouyaaqoub, el terrorista de Barcelona, fue un calco de los de otros yihadistas. Abouyaaqoub cayó ayer, en torno a las cuatro de la tarde, abatido por disparos de los mossos en un viñedo entre Subirats y Sant Sadurní de Noya, en el alto Penedés, a unos cincuenta kilómetros de Barcelona. Gritó "Alá es grande" y mostró un cinturón explosivos que resultó ser simulado. Concluían así sus cuatro días de huida, desde que el jueves por la tarde abandonó las Ramblas tras conducir la furgoneta con la que arrolló a más de un centenar largo de personas, de las que trece murieron.

La intensa búsqueda del terrorista corrió en paralelo a la investigación de los atentados. Por la mañana, el mayor de los Mossos d'Esquadra, Josep Lluís Trapero, confirmó que el marroquí Younes Abouyaaqoub iba al volante del vehículo de las Ramblas. Con ello dejaba constancia oficial de lo que hasta entonces era una sospecha bien fundada, que adquiría mayor cuerpo con el paso de las horas. En otra prueba de las fricciones entre el Gobierno central y el catalán que también se han hecho visibles durante la investigación, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, ratificó la autoría del atropello múltiple de Barcelona mostrando la foto de Abouyaaqoub tras la reunión del pacto antiyihadista.

Pocas horas después, un jefe y un subjefe de la comisaría de Vilafranca del Penedès reconocieron al terrorista en Sant Sadurní de Noya, cerca de la estación de Renfe, cuando regresaban de una reunión de los Mossos d'Esquadra en la comisaría central de Sabadell, en la que, precisamente, se les había facilitado información sobre el fugitivo. En paralelo, la policía catalana recibió una llamada de una vecina, con "amplios conocimientos en fisonomía", que aseguraba no tener dudas de haber visto en la zona al terrorista, cuyo aspecto le había llamado la atención porque llevaba una camisa de manga larga en un momento de mucho calor, según explicó el mayor de los Mossos.

La policía cercó la zona y una patrulla de agentes de una unidad de proximidad, encargada de la vigilancia de caminos rurales , encontró a Abouyyaqoub agazapado entre unos viñedos. Los mossos dieron el alto al terrorista, que respondió gritando "Alá es grande" mientras se abría la camisa y mostraba lo que parecía un cinturón explosivo. Los agentes hicieron entonces "uso del arma de fuego, como está regulado" y lo abatieron, según el relato de Josep Lluís Trapero. En el momento de caer muerto llevaba encima varios cuchillos y puñales.

Las huellas dactilares confirmaron que se trataba del terrorista y lo situaron también en el coche hallado el jueves en Sant Just Desvernes con su propietario apuñalado en su interior, que se convierta así en la decimoquinta víctima de los ataques.

Con Younes Abouyaqoub son ocho los yihadistas de la célula de Ripoll fallecidos, seis abatidos por la policía y dos en la explosión de la casa de Alcanar. Los cuatro restantes, detenidos, declararán hoy en la Audiencia Nacional ante el juez Fernando Andreu.