Ramón Rull Linhoff, valenciano de 55 años afincado en Madrid, pero con un corazón inquieto que le hacía recorrer el mundo luchando contra la injusticia, desde Panamá a Oriente Próximo, habría perdido la vida en un atentado en el norte de Siria mientras se encontraba combatiendo como un camarada más de las milicias kurdas contra el Estado Islámico, según voluntarios españoles contra el DAESH que también se encuentran en la zona.

El Ministerio de Exteriores ya se ha puesto en contacto con la familia del español para confirmar la identificación de sus restos mortales, que han sido trasladados a Turquía, según ha podido saber Levante-EMV.

"Todavía no estamos en condiciones de confirmar al cien por cien que se trata de esta persona. Necesitamos más pruebas para tener la certeza de su identificación, ya que las condiciones de su traslado en la zona de conflicto no están siendo sencillas", aclararon fuentes de la Oficina de Atención Diplomática (OID).

A la espera de su confirmación oficial, los compañeros de armas de Kandal, como era conocido dentro de su unidad de voluntarios, lamentan su pérdida a la vez que, orgullosos, destacan la «ilusión, valor y determinación» con la que viajó hacia la zona bélica el valenciano a finales de febrero.

La explosión de una bomba trampa colocada por los terroristas de DAESH en una acción de combate en una localidad del norte de Siria ha causado varias bajas entre los milicianos kurdos, entre ellos estaría supuestamente Ramón Rull.

Los voluntarios españoles destacan en un comunicado que tienen "la certeza de que se ha encontrado con la muerte de manera instantánea, sin sufrir, ya que falleció en el acto". Y añaden de él: "Seguro que lo hizo con su eterna sonrisa en esa cara de hombretón bueno que todos recordaremos siempre".

"Era pacifista y un manitas"

No obstante, a sus allegados les extraña verlo con un arma en las manos en las fotografías. "Siempre ha sido muy pacifista, tratando de poner remedio a las cosas hablando y apaciguando los ánimos", recuerda Verónica, amiga de Ramón desde hace 17 años.

Según le contaba este, se había marchado a Siria a trabajar y solo hacía labores de cocinero. "Hablé con él hace cuatro o cinco días y me dijo que estaba bien, incluso bromeaba diciendo que lo único que echaba de menos era su nevera, pero que se iba apañando con lo poco que tienen allí", explica.

"Yo le decía que no se arriesgara y que se viniera en cuanto pudiera, pero él es así", argumenta esta amiga del fallecido. De hecho, hacía poco que había pasado cerca de dos años en Panamá. "Como estaba en paro y no le salía trabajo, se iba a ayudar a otros países", relata.

Los que lo conocían aseguran que Ramón era "un manitas, servía tanto para un roto como para un descosido. Se sabía desenvolver en todos los aspectos, tenía mucha cabeza", remarca Verónica.

Respecto a su vida personal, era muy reservado. "Yo siempre lo he conocido solo", apunta esta amiga. De hecho, Ramón estaba separado desde hacía años y apenas veía a su hijo.

De buena familia, su padre era abogado y su abuelo fue magistrado del Tribunal Supremo y alcalde de València entre 1951 y 1955, Ramón Llull optó por encontrar un sentido a su vida en Siria, preocupado por la situación en la que se encuentran los refugiados que huyen del país y aquellos ciudadanos que viven bajo el terror de la guerra.

"Sentimos pena por saber que no volveremos a disfrutar de su presencia aquí, en su queridísima España a la que tanto amaba", confiesan sus compañeros, quienes destacan de él "su camaradería, su desvelarse por los demás, sobre todo por los más necesitados, por los desfavorecidos o por los golpeados por un sistema injusto que siempre combatió". "¡Ramón Rull, presente!", finaliza su comunicado.