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Relevo en la Moncloa | Los cambios que se avecinan

El carbón se le atraganta al nuevo Ministerio de Energía que diseña Sánchez

El Ejecutivo es partidario del cierre anticipado de las térmicas, contra el criterio del Principado, que teme los efectos económicos en Asturias

Por la izquierda, el asturiano Hugo Morán, Cristina Narbona y Teresa Ribera, en una reunión del Consejo Asesor de la Transición Energética el pasado diciembre. PSOE

El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez quiere hacer de su política energética una de sus banderas: pero será una enseña totalmente contrapuesta a los intereses y la posición que hasta ahora ha defendido el Principado, combativo con el cierre acelerado de las térmicas ya que ha advertido que forzar un cambio de modelo energético tendrá consecuencias en los precios de la luz y, por tanto, en la competitividad de las empresas asturianas. Teresa Ribera, exsecretaria de Estado de Cambio Climático con Zapatero, ha aceptado la propuesta de Pedro Sánchez para que asuma ka cartera de un nuevo Ministerio que englobe Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático.

Pero se trata de tres ingredientes de difícil amalgama en los planteamientos energéticos del Gobierno asturiano. La mera confluencia de materias da una idea de con qué objetivos va a afrontar Pedro Sánchez la política energética, justamente la contraria a la que hasta ahora han impulsado los hermanos Alberto y Álvaro Nadal. Mientras que el Gobierno de Mariano Rajoy trataba de echar el freno a las políticas europeas para castigar al carbón, los socialistas son partidarios de ampliar el objetivo de la cuota de energías limpias en 2030 y compensar con ayudas a las zonas que se resulten damnificadas. El próximo 11 de junio el consejo de la Unión Europea tiene previsto abordar la directiva sobre las renovables: allí la posición del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez será muy diferente a la del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

El horizonte de 2025

Los nombres que han estado en las quinielas para asumir el Ministerio energético y verde no se han mostrado "sensibles" con el marco asturiano. Además de Ribera, también ha sonado la propia presidenta del PSOE, Cristina Narbona. Otras personas que podrían asumir responsabilidades en el área son la economista Natalia Fabra o el asturiano Hugo Morán, en la actualidad secretario de Área para la transición ecológica de la economía del PSOE.

Los ejes de la política energética del PSOE quedaron fijados con claridad el pasado mes de marzo en el informe elaborado por el Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía. Ese documento marcaba para 2025 el cierre de las centrales de carbón, antes del plazo establecido por la Unión Europea. La propuesta del PSOE federal es sustituir las térmicas por centrales de ciclo combinado y aumentar la producción energética renovable. El documento admite que puede producirse un aumento de los precios. A ello se añade la pretensión de los socialistas de obligar al cierre de las centrales nucleares que hayan cumplido 40 años de actividad.

El Gobierno del Principado considera, en cambio, que ese escenario puede tener consecuencias dramáticas para la economía asturiana. El cierre anticipado de la central de Lada ha sido el detonante de las alertas. Primero, el cierre de las térmicas, que producen energía más barata que las centrales de ciclo combinado, incrementaría los precios, lo que tendría consecuencias muy negativas para las grandes empresas consumidoras de electricidad en Asturias, como Arcelor, Azsa o Alcoa.

Interrumpibilidad

A ello se suma la cada vez más exigua compensación al precio de la energía que suponen las subastas de interrumpibilidad, que deben revisarse antes de fin de año. Por eso, el Principado teme que cerrar con prisas las térmicas introduzca un riesgo de deslocalización. El segundo argumento es que la clausura de las centrales de carbón en Asturias recortará drásticamente los tráficos del puerto de El Musel y afectará de forma negativa a las empresas de transporte.

Si el escenario ya es negro para el carbón importado, no parece muy halagüeño para el nacional. Sobre las minas asturianas pende el cierre que la UE exige antes de final de año. La supervivencia de las explotaciones de Hunosa difícilmente podrá argumentarse con una política energética combativa contra el carbón. Únicamente queda el resquicio de sostener cierta actividad bajo el manto de la "reserva estratégica", pero en el mejor de los casos el sector sería meramente testimonial. El carbón cotiza a la baja en el Gobierno de Sánchez.

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