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Rajoy y el deterioro de la monarquía

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Carlos Herrera se preguntaba qué había ocurrido a un político que hace diez días se mostraba en una entrevista como un presidente de Gobierno con ánimo para llevar a España en la cabeza y diez días después anunciaba la retirada de la vida política. Rubén Amón hablaba de las lágrimas de Rajoy y del "hermetismo de su intimidad". A Alfonso Ussía le resulta "incomprensible" la derrota en la moción de censura. En dos semanas pasó Rajoy de postularse para la reelección a quitarse de en medio. Y Federico Jiménez Losantos se preguntan por qué el líder del PP dejó triunfar la moción de censura.

No resultan fáciles de digerir los vertiginosos acontecimientos de las últimas semanas. ¿Era la única salida digna de Rajoy marcharse y facilitar el relevo?

La sentencia de Gürtel ha sido la mecha, pero el polvorín ya estaba bajo sus pies, se ha leído aquí al exministro José Manuel García Margallo. ¿Dónde estaba el explosivo? La economía mejora y el paro se reduce a niveles previos a la crisis; el PP es el primer partido de España y ha ganado las tres últimas convocatorias electorales.

El explosivo, político, entiéndase, a diferencia de otros tiempos, era catalán. El golpe de Estado de los independentistas en Cataluña y su impacto sobre el Estado que sostiene la monarquía parlamentaria. Esa crisis enquistada, prioritaria en el primer consejo de ministros, ayuda a entender el abrupto final de Mariano Rajoy. Y como ocurrió en los años ochenta, también el desmoronamiento de los dos grandes partidos: entonces UCD y PCE. Ahora, PP y PSOE.

Todos coinciden en que se reaccionó tarde al desafío independentista catalán. Es más, Fernando del Pino Calvo-Sotelo, poco sospechoso de veleidades con Podemos, ha puesto por escrito que Rajoy permitió dos referendos ilegales en Cataluña, de los que el último "tuvo que ser respondido por el Rey, el poder Judicial, la Guardia Civil y la sociedad civil ante la inacción del Gobierno". Y además Rajoy, "castigó el firme discurso del Rey con un sorprendente silencio", según Del Pino.

Se jugó demasiado fuerte con la figura de Felipe VI que, siguiendo los planes del Gobierno de España, saltó al terreno de juego en Cataluña sin lograr ninguno de los objetivos ni mejorar su imagen ni la de la institución a la que representa. "La monarquía es el mayor y más tácito de los consensos de la Transición", en expresión de Gregorio Morán en su obra "El precio de la transición". Los errores de Rajoy han contribuido, un poco más, a extirpar el escaso sentimiento popular monárquico que sobrevivía en Cataluña. Felipe VI se había convertido en rehén del inmovilismo del PP hasta la moción de censura. Y así ha llegado el momento de dar un "golpe de timón" con la fórmula del consenso (a la alemana entre PP y PSOE) que tan buenos resultados ha ofrecido en estos cuarenta años.

Rajoy se ha comportado con la dignidad que se espera en un líder político respetuoso con la ley, la democracia y sus usos. Se ha retirado con lágrimas y en silencio. Por España. Todo por España.

En pleno torbellino español, se acaba de ver que el rey Abdalá II de Jordania deja caer al presidente del Gobierno para que la monarquía no se vea desbordada por las protestas. Si no fuera inconstitucional, se diría que pidieron la renuncia de Rajoy desde la Jefatura del Estado. Y que la reina Letizia ha colaborado en la elaboración del Gobierno.

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