Siete precandidatos iniciaron ayer la carrera hacia el liderazgo del PP, vacante tras la renuncia de Mariano Rajoy. El primer paso para concurrir al proceso interno tenía como límite las dos de la tarde, momento en que se cerraba el plazo para presentar el mínimo de cien avales que dan acceso a la condición de aspirantes a la presidencia del partido. En este comienzo, las dos candidatas mayores marcaron ya estilos bien diferenciados. La exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría exhibió el apoyo de varios exministros sin desvelar el número de firmas que traía con ella, mientras que María Dolores de Cospedal, quien se presenta como la candidata de la militancia, aportó 3.336 avales. El vicesecretario de comunicación, y candidato sorpresa, Pablo Casado mejoró el primer golpe de la "número dos" del partido y presentó el respaldo de 5.000 firmas.

Al margen de estilos, el denominador común fue la proclamación como garantes de la unidad del partido. En la sede de Génova, la misma por cuya reforma el PP fue condenado a título lucrativo en la sentencia de "Gürtel", Cospedal reconoció que habría respaldado al presidente gallego Alberto Núñez Feijóo si finalmente se hubiera decidido a concurrir en el proceso para liderar el partido. Pese a las diferencias con su antigua compañera de gabinete, afirma que si se impone en la lucha interna está dispuesta a integrar en su futuro equipo a Sáenz de Santamaría y a Pablo Casado. La exvicepresidenta también lanzó un mensaje integrador al señalar que "nada obsta para que (los precandidatos) hablemos antes, durante y, por supuesto, después" del proceso interno abierto ayer. Para reforzar la posición institucional con la que encara esta pugna, Sáenz de Santamaría advirtió que de las urnas no saldrá sólo el nuevo líder del partido sino también el futuro candidato a la Moncloa. Su objetivo es "recuperar el Gobierno cuanto antes". "Estoy preparada para dirigir el partido y me siento preparada para presentarme frente al resto de partidos políticos y el conjunto de españoles de cara a las próximas elecciones generales", afirmó la que fuera segunda del Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Pablo Casado quiso sacar provecho de la pugna sostenida y conocida entre Sáenz de Santamaría y Cospedal para presentarse como el único candidato que garantiza la unidad del PP. Además de los 5.000 avales se rodeó de caras conocidas como el vicesecretario de Sectorial del partido, Javier Maroto, o el exconsejero en el gobierno autonómico de Cospedal en Castilla-La Mancha José Ignacio Echániz.

El exministro José Manuel García-Margallo, el más veterano de los aspirantes a la presidencia popular, alertaba ayer de que la pugna entre Sáenz de Santamaría y Cospedal amenaza con derivar en "una guerra de las Dos Rosas o una entre los Montesco y los Capuleto", lo que acarrearía la fragmentación de la organización. El antiguo titular de Exteriores presentó quinientas firmas y asegura tener el respaldo de algunos exministros.

José Ramón García-Hernández, secretario de Relaciones Internacionales del PP, fue otro de los aspirantes que llevó en persona los avales, junto con el concejal valenciano Elio Cabanes, quien afirma que concurre para "transformar el PP" desde las bases y se mostró muy crítico con Rajoy por no haber dimitido para frustrar la moción de censura de Sánchez. Otro valenciano, José Luis Bayo también se presentó como el "candidato de la militancia", con el propósito de "democratizar el partido".