Existe "una debilidad del discurso español" y "al Estado le falta construir un relato, lo ha hecho muy mal en el terreno discursivo" en Cataluña, afirmó ayer el historiador Ricardo García Cárcel. El catedrático impartió en Noreña una conferencia invitado por la asociación Contigo, en la que expuso la necesidad de "poner en evidencia que no todo ha sido negativo, que ha habido momentos y periodos buenos, y que existen argumentos más que suficientes para que nos podamos entender".

García Cárcel sostuvo que "ha prosperado el otro relato, el independentista, en el que constantemente se ha hecho sangre con todo aquello que fuera agravio o conflicto". Asimismo, señaló que la idea de esperar a que el propio independentismo "se deteriorase de forma natural ha fracasado, y se ha puesto en evidencia que algo hay que hacer, y tomar la iniciativa". El premio nacional de Historia de 2012 por su obra por "La herencia del pasado" señaló además que el independentismo no debe identificarse exclusivamente con el nacionalismo. "Hay otros componentes, hoy está poblado de emigrantes procedentes de otros territorios españoles que no han tenido la menor cultura histórica vinculada al nacionalismo, pero se han pasado con armas y bagajes a ese imaginario independentista que predica felicidad por todas partes. Es una cuestión de fe, y a esa fe se ha abrazado un coeficiente importante de la emigración", afirmó en su intervención.

El funcionariado tiene "un peso enorme en el independentismo" porque "el aparato funcionarial está instalado en sus propias estructuras de poder y no se puede hacer desaparecer de la noche a la mañana porque es una red de intereses enorme", explicó.

Habló también del "impresionante el papel de los jubilados y prejubilados", y de los jóvenes sin horizonte profesional, "que están convencidos de que son los adanes de un nuevo proceso histórico". Y también se refirió al papel de la Iglesia. "Aunque la palabra nunca será invocada, hay un neocarlismo". García Cárcel habló de los cinco pilares del nacionalismo: el esencialismo, que resume en la etnia todas las virtudes posibles; la contraposición obsesiva entre castellano y catalán; el narcisismo; el victimismo, y el fatalismo del conflicto, que se toma como inevitable. Pero, a pesar del "sobrexceso de historia" con el que cree que se ha estado adoctrinando a la población, "hoy la historia no está especialmente utilizada por el nacionalismo; los historiadores estamos en decadencia, el argumentario está centrado en temas económicos, el "España nos roba", la sensibilidad del bolsillo es mucho mayor que la sensibilidad memorística". Por último, se refirió a la importancia del escenario mediático. "Más que nunca, la escenificación, la representación, es lo que cuenta, y el independentismo catalán tiene unas puestas en escena absolutamente geniales. En ese sentido tenemos mucho que aprender", concluyó.