Más de 3.000 desplazados. 3.000 hectáreas arrasadas en seis municipios de la Vall d'Albaida y la Safor. Al menos cuarenta viviendas quemadas y diez en estado de ruina dentro de tres urbanizaciones de Gandia, además de dos parajes naturales pasto de las llamas. El incendio forestal originado el lunes en Llutxent ya se ha convertido en uno de los más devastadores que han sacudido a la Comunitat Valenciana en los últimos años.

Después de tres jornadas extenuantes que mantienen en vilo a la población, sin embargo, por primera vez las perspectivas eran anoche «moderadamente optimistas», dentro de la cautela y la incertidumbre impuestas por los imprevisibles giros del viento de levante. Aunque el incendio se mantenía activo con algunos focos aún sin controlar, había frentes «estabilizados» y el pronóstico era favorable, gracias a la mayor humedad y al descenso término. Nada que ver con el fenómeno registrado en la noche del martes, cuando un «viento errático» con velocidades de hasta 70 kilómetros/hora desató momentos dramáticos y echó por tierra los trabajos desplegados durante las 24 horas previas. «Lenguas de fuego» de hasta 20 metros empujaron el incendio hasta los términos de Quatretonda y Ador, destruyeron varias casas en urbanizaciones de Gandia y desalojaron Pinet. En esta última localidad, los equipos de extinción se jugaron la vida para conseguir que las llamas no llegaran a irrumpir en el núcleo urbano. El incendio se llevó por delante , el 70% del término de la población, pero solo afectó a las fachadas de algunas casas y se quedó a las puertas de las granjas avícolas y del polideportivo. Diversas casetas de campo sí quedaron destruidas.

Los más de 3.000 evacuados pasaron otra noche fuera de sus casas «por prudencia». A última hora de la tarde pudo apaciguarse el frente que más preocupaba, en Llutxent, donde una gran columna de humo se extendió por el núcleo urbano y los municipios aledaños. La consellera de Justicia, Gabriela Bravo, anunció que «si todo va bien» y se cumplen las previsiones meteorológicas, los evacuados podrían regresar hoy a sus casas. Buena parte de los esfuerzos de la jornada de ayer se concentraron en el flanco oeste del incendio, donde el viento amenazó el paraje natural de la Serra de Quatretonda y sus 1.600 hectáreas, repletas de masa arbórea. Aunque cinco familias fueron desalojadas de sus casetas, las llamas consiguieron estabilizarse en este punto. La dotación de medios se amplió hasta 28 aéreos y más de 700 terrestres.

Gandia, la más afectada

Los último datos oficiales apuntaban a Gandia como el término con más superficie afectada (948,6 ha), seguido de Llutxent (840,6 ha), Pinet (818,6 ha); Ador (150,6 ha); Barx (87,11 ha) y Quatretonda (11,5 ha). En Pinet, el fuego arrasó casi el 70% de su superficie forestal en el peor incendio en la zona desde 1964. Además de El Surar, transformado en un paisaje lunar por el fuego, las llamas también asaltaron el paraje Parpalló-Borrell, otra joya natural protegida, a falta de evaluar con precisión los daños.

350 personas evacuadas fueron realojadas por el Ayuntamiento de Gandia en hoteles, campings y el edificio Baladre. El consistorio activó un servicio veterinario que asistió a diferentes animales afectados por las llamas en las urbanizaciones.

Llutxent brindó a los desalojados del vecino pueblo de Pinet casas y un inmueble municipal. Los evacuados pudieron regresar brevemente a sus casas acompañados por la Guardia Civil para coger enseres indispensables y medicinas, puesto que las carreteras de Pinet a Llutxent y de Barx a Gandia seguían cortadas. Es el caso de José Mahíques, que precisaba de insulina para su mujer diabética. «Al entrar al pueblo el panorama era desolador, como si estuviera en el desierto de Arizona», cuenta. Tanto el presidente de la Generalitat como los alcaldes afectados resaltaron una cosa por encima de la catástrofe medioambiental sufrida: la ausencia de daños personales. Solo hubo efectivos atendidos por golpes de calor e inhalación.

«Esto ha de servir para aprender y que no se repita»

Buena parte de los terrenos arrasados por el incendio son campos de cultivo abandonados y zonas de interfaz interurbana donde la falta de limpieza no ayudó a frenar el fuego. La asociación de Agentes Medioambientales censuró la falta de ordenación de los montes y señaló que las poblaciones afectadas no cuentan con planes de prevención de incendios. El alcalde de Llutxent, Pep Estornell, pidió que la catástrofe «sirva para aprender y evitar que se repita», después de señalar los problemas de «sequedad y materia» en el bosque. El Consell atribuye la magnitud del incendio a las adversas condiciones meteorológicas.