Entre relatos personales de la experiencia sufrida hace un año, las víctimas y sus familiares criticaron ayer el abandono institucional que afirman haber sufrido en estos meses, un olvido que exigen que ahora no se transforme en utilización de su dolor con fines políticos.

Ana Cortés acababa de salir del metro la tarde del 17 de agosto cuando oyó gritos. Consiguió esquivar por poco la furgoneta de Younes Abouyaaqoub. Cortés se refugió en el metro, de donde tuvo que huir corriendo por la amenaza de bombas. "Salimos corriendo y hasta ahora sigo corriendo", narraba ayer en Barcelona, arropada por otras víctimas a la que asesora la Unidad de Atención y Valoración a Afectados por el Terrorismo (Uavat).

"Acababa de salir de la boca del metro. Oí chillidos mientras la gente corría. Me giré y vi a la furgoneta a medio metro, ya pasando. Vi todo lo que hizo. Buscaba a los grupos de gente, la gente salía volando, me quedé paralizada", cuenta Cortés. Tiene todavía muy presente la imagen de mucha gente sangrando, en el suelo, algunos de ellos muertos.

"Los Mossos d'Esquadra empezaron a desalojar y a mí me tocó el metro. Al cabo de poco nos dijeron que teníamos que desalojar porque alguien comentó que había bombas en el metro. Pasamos mucho miedo, abrimos la puerta y salimos corriendo... y hasta ahora, sigo corriendo". Desde entonces, sufre ataques de ansiedad, tiene miedo cuando va por la calle y oye sirenas o ve a personas corriendo. "La gente me dice que tuve mucha suerte, pero que te lo digan cada día es duro: sí que tengo heridas, son internas, no se ven y cuestan mucho de curar", lamenta.

En la misma rueda de prensa también expuso su testimonio Nuria Figueras, una mujer que se encontraba en el paseo marítimo de Cambrils (Tarragona) cuando cinco de los yihadistas, después abatidos por los mossos, intentaron atropellar y apuñalar a las personas que se encontraban a su paso, mostrando chalecos explosivos, que resultaron ser falsos. "Iba cogida de la mano con mi pareja. Cuando vimos a los terroristas, yo me tiré al suelo. Él resultó herido grave porque se puso delante mío para protegerme. Me salvó la vida", contaba. El hombre fue trasladado al hospital en un camión de los bomberos y Figueras inició un peregrinaje burocrático, con declaraciones ante los mossos esa misma madrugada, y ante representantes del Ministerio de Interior, con quien tuvo una mala experiencia porque, dijo, la trataron con muy poco tacto, cuestionando en todo momento su relato y situación.

La mujer, que vio cómo los mossos abatían a cuatro de los terroristas, lamenta que, hasta que entró en contacto con la Uavat, nadie se interesó por su situación.