La tasa de inmigrantes irregulares fallecidos en el Mediterráneo aumentó en lo que va de año con respecto al mismo periodo de 2017, a pesar de la disminución en el número de los que completan la travesía. El factor central para el incremento de la mortalidad sería la reducción de la capacidad de búsqueda y rescate en la costa de Libia con respecto a la que existía un año antes, cuando ocho ONG sacaron del mar a 39.000 desplazados. En cambio, en los primeros siete meses de este año, la Guardia Costera Libia fue la principal responsable de esa tarea, con dos barcos patrulleros, y solo dos ONG mantienen sus actividad en la zona. Los datos sobre los fallecidos excluyen a quienes murieron en la ruta hacia el lugar de embarque, sea en Libia, en el desierto del Sahara o en algún otro lugar del norte de África

La ruta entre Libia e Italia sigue siendo la más letal, con un migrante muerto por cada 18 que llegaron a Europa entre enero y julio pasados, frente a un fallecido por cada 42 que cruzaron entre los mismos meses de 2017, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

ACNUR señala en el informe que en los primeros siete meses del año se redujo el nivel de llegadas de refugiados e inmigrantes, fundamentalmente a Italia. La tendencia es opuesta en España, que se convierte en el principal punto de llegada, con 27.600 inmigrantes, 23.800 de ellos por vía marítima y el resto terrestre.

El informe de ACNUR detecta un cambio en las rutas de la inmigración en el mediterráneo en este año. Las llegadas a las costas españolas aumentaron en los siete primeros meses del año 130% en relación al mismo periodo de 2017 (27.600 personas contra 12.100 en enero-julio 2017). En el mismo periodo, las llegadas a Italia cayeron 81 por ciento (18.500 contra 95.200) mientras que la ruta que pasa por Grecia registró un aumento del número de llegadas: un 88 por ciento más, 26.000 contra 13.800.