Joaquim Torra está decidido a tomar medidas tras las últimas cargas de los Mossos d'Esquadra. El president dio ayer cuatro días de plazo al consejero de Interior, Miquel Buch, para que haga cambios en el departamento, pero, si las explicaciones no le convencen, él mismo llevará adelante una purga.

El motivo es la intervención de los antidisturbios el jueves en Gerona y Tarrasa para impedir que manifestantes autodenominados "antifascistas", la mayoría encapuchados, se enfrentaran con las personas concentradas por Borbonia, un colectivo próximo a Vox, para conmemorar el 40ª. aniversario de la Constitución.

En Gerona un joven fue detenido y una veintena de personas resultaron heridas, 15 de ellas agentes de los Mossos. El mismo número de heridos se registró en Tarrasa, una de ellas la diputada de la CUP Maria Sirvent, por el impacto en un mano de un proyectil de "foam".

Buch afirmó que "no le temblará el pulso" para tomar "las decisiones que correspondan" con aquellos agentes que se hayan "extralimitado" y reconoció que algunas "imágenes no se ajustan a la policía que queremos que haya en el país".

No obstante, advirtió que las acciones de "grupos minoritarios radicales que lo único que quieren es ejercer la violencia" pueden terminar dándole la razón a quienes dicen que "en Cataluña hay violencia".

El Sindicato de Policías de Cataluña tachó las palabras de Buch de "menosprecio continuo" a la labor de los agentes y pidieron su dimisión. "Buch, más que consejero de Interior, parece que es consejero de los CDR (Comités de Defensa de la República)".

También el sindicato de Mossos d'Esquadra SAP-FEPOL exigió la dimisión de Buch por "fiscalizar" el trabajo de los agentes, en vez de defender su "profesionalidad". La misma queja que profirió el PSC, que consideró "irresponsable" dudar del proceder de los Mossos, sin pedir la dimisión que sí reclamó el PP. También la CUP pidió la renuncia de Buch, pero por lo "desproporcionado" de la actuación de los agentes catalanes.