"La vía eslovena es nuestra vía", ha dicho el presidente de la Generalitat catalana, Quim Torra, en la presentación del 'Consell per la República' este fin de semana en el Teatro Flamenco de Bruselas (Bélgica).

"Los eslovenos lo tuvieron claro", ha señalado el presidente autonómico. "Decidieron determinarse y tirar hacia delante en el camino de la libertad con todas sus consecuencias hasta conseguirlo, hagamos como ellos", ha propuesto.

Pero, ¿cómo fue la 'vía eslovena' y cuáles fueron sus consecuencias?

Eslovenia era una de las seis repúblicas federadas que conformaban Yugoslavia junto a Bosnia y Herzegovina, Croacia, Macedonia, Montenegro y Serbia.

Las seis repúblicas se declararon independientes a lo largo de la década de los 90, tras varios años de cruento conflicto salpicado por las tensiones nacionalistas, étnicas y religiosas de los distintos grupos que conformaban la población.

El camino esloveno hacia la independencia comenzó el 23 de diciembre de 1990, dos años después de la muerte del mariscal Tito, el autócrata que gobernó Yugoslavia desde 1953 hasta su fallecimiento; y pocos meses después de que comenzara la descomposición de la Unión Soviética (URSS) con la independencia de Lituania.

Demos (Oposición Democrática de Eslovenia), la coalición de centro derecha conformada por cinco partidos que ganó las primeras elecciones democráticas de Eslovenia, organizó un referéndum de independencia que contó con la participación del 93,2 por ciento de los eslovenos y un apoyo al Sí del 95 por ciento.

Las autoridades eslovenas no implementaron el resultado de inmediato con una declaración unilateral de independencia. Dos meses después de la votación, derogaron todos los artículos de la Constitución de la región que cedían autoridad a Belgrado. Cuatro meses después, los primeros reclutas del futuro ejército esloveno comenzaron a entrenarse.

Eslovenia declaró unilateralmente la independencia el 25 de junio de 1991, a la vez que Croacia. Belgrado reaccionó enviando al Ejército a ambos países.

En Eslovenia, la guerra duró diez días --del 27 al 7 de junio-- y se saldó con 63 muertos y 328 heridos, según el Gobierno esloveno. El líder serbio Slobodan Miloševic prefería concentrar sus esfuerzos en Croacia, donde había una minoría serbia importante.

El apoyo de Alemania

Uno de los apoyos iniciales que tuvo Eslovenia (y uno de los más importantes y decisivos) fue el de Alemania. Berlín se constituyó como una de las primeras capitales en reconocer la independencia de los eslovenos. Tal y como recogen las crónicas periodísticas de la época, el gesto de las autoridades germanas tuvo lugar en contra de sus socios europeos, de EEUU y de instituciones como la ONU.

La comunidad internacional prefería esperar hasta el final de la violencia en la zona. Berlín insistía en que la única manera de obligar a Belgrado a sentarse en la mesa de negociación era reconociendo a las antiguas repúblicas yugoslavas.

A su vez, se produjo con la oposición de los propios alemanes, que eran reticentes a intervenir en la política de otros países --un gran tabú desde la Segunda Guerra Mundial-- y que veían el gesto menos como un éxito de la política exterior del canciller Helmut Kohl y más como un acto simbólico hacia los exyugoslavos residentes en el país germano.

La violencia en Croacia y en Bosnia y Herzegovina duró hasta 1995 y en Kosovo se extendió entre 1998 y 1999. En total, las guerras en territorio yugoslavo se saldaron con 140.000 muertos y unos cuatro millones de desplazados, según estimaciones del Centro Internacional para la Justicia Transicional.