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Asturias, según el ministrable Castells

El sociólogo que pilotará la política universitaria del Gobierno dirigió el "programa ERA", un trabajo para impulsar la transformación de la región cuyo contenido sigue en parte vigente

Castells, en el centro, entre Antonio Trevín (a la izquierda), entonces presidente del Principado, y Juan Vázquez, al presentar, en 1994, el "programa ERA", cuyo libro resumen aparece en primer término. NACHO OREJAS

Manuel Castells, catedrático en Berkeley (California) y ya entonces una referencia mundial de la sociología, pasó por Asturias a principios de los años 90 del pasado siglo en ocasiones como un vendaval intelectual que agitó la ropa tendida de una región que entraba en la era del cierre progresivo de la minería y de las prejubilaciones, que venía de las barricadas del carbón, del acero y de los astilleros, y que padecía la crisis silente y sin prejubilaciones del campo. Por encargo del Gobierno regional de entonces, con el socialista Juan Luis Rodríguez-Vigil, Castells desembarcó en aquella Asturias que también se asomaba al escándalo del "Petromocho" -tan conectado a las angustias económicas de aquellos tiempos- para dirigir un equipo de académicos e investigadores que entre 1992 y 1994 alumbró el programa Estrategias para la Reindustrialización de Asturias (ERA), una visión de la región y de su futuro que, puede decirse, sigue vigente en no pocas cosas.

Castells, camino ahora de convertirse a sus 77 años en ministro de Universidades en el Gobierno de Pedro Sánchez a propuesta de Unidas Podemos, guió a un grupo de economistas, sociólogos y geógrafos del que formaron parte Juan Vázquez - coordinador y con destacado protagonismo en los trabajos-, Esteban Fernández, Rodolfo Gutiérrez, Rosa González Corugedo, Rafael Myro, Rosario Gandoy, Stephen S. Cohen, Paz Benito y José Luis Zárraga. Su propósito trascendía la elaboración de un mero diagnóstico de la situación de Asturias y tampoco aspiraba a convertirse en un recetario al uso de propuestas, sino más bien a suscitar dentro de la región el debate sobre un futuro que correspondía definir a los propios asturianos.

El resultado fueron 26 volúmenes luego sintetizados en un libro de más de mil páginas, un magno trabajo del que pueden extraerse ideas generales y transversales como las siguientes: para no llegar a convertirse, en palabras de Manuel Castells, en "un paraíso natural deshabitado y ruina arqueológica industrial", Asturias necesitaba acometer una estrategia orientada a mejorar radicalmente la productividad, actuando sobre las comunicaciones, la formación y el impulso a la ciencia y la tecnología; apostando por sectores con futuro (una siderurgia reconvertida, la industria química, los transformados lácteos, el sector forestal, el metal-mecánico...) y pactando un final asumible para actividades como la minería. Si bien no se escribió en las conclusiones con toda la crudeza, el "equipo ERA" tenía la convicción de que el carbón asturiano no tenía solución, que iría al cierre, y se sugería un proceso gradual y acompañado de políticas eficaces de transformación de las Cuencas, en particular una regeneración ambiental y urbana que contuviera los riesgos de despoblamiento.

Ese discurso sobre la inviabilidad del carbón a largo plazo colisionaba con la estrategia defensiva que preconizaban los sindicatos mineros y en particular el secretario general del SOMA, José Ángel Fernández Villa, entonces en el cénit de su influencia política. El "programa ERA" tuvo así en los despachos del sindicalismo mineros a algunos de sus principales críticos, quizás también porque el trabajo dirigido por Castells hablaba de una estrategia de dinamización para la región concebida como un todo, mientras los líderes sociales y políticos de la Asturias minera reclamaban un trato "singular" para sus territorios que luego determinaría los repartos de los recursos públicos que recibió la comunidad para su transformación.

Hablaba ya entonces el ERA de la urgencia de superar los localismos y configurar el área central como "un verdadero sistema metropolitano", asignatura pendiente un cuarto de siglo después. Y de la necesidad de una implicación "activa y positiva" de las instituciones y los agentes sociales, de liderazgos renovados para conseguir lo que Juan Vázquez enunció así en un artículo publicado en la Revista Asturiana de Economía, recién presentado el contenido del "programa ERA": "Un cambio radical de algunas mentalidades ante la crisis que han calado en la sociedad asturiana, para superar actitudes de desánimo, victimismo, fatalismo y traslación de responsabilidades". Esa y otras muchas sugerencias de aquella obra firmada por el hoy ministrable Castells quedaron después de 1994 almacenadas en los estantes del Principado.

Las reflexiones más provocadoras: "La asturiana es una tribu que vive muy bien por ahora, pero vive de prestado"

Manuel Castells es un intelectual que, además de por la hondura de sus reflexiones en temáticas como los impactos sociales del cambio tecnológico, destaca por la apariencia provocadora de sus manifestaciones públicas. Durante los dos últimos años, ese rasgo de Castells se ha dejado ver en sus opiniones escritas sobre el independentismo catalán, con el que ha mostrado simpatía hasta el punto de considerar comprensibles los disturbios protagonizados por los grupos más radicales.

Durante sus visitas a Asturias, también dejó un rosario de frases de contenido agitador. "A la economía asturiana sólo le queda rezar a la Virgen de Covadonga", afirmó en 1997, durante la presentación de su libro "La era de la información" en un acto del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA.

Por esas mismas fechas, en una entrevista con este periódico, Castells respondió así sobre la identidad de los asturianos cuando el periodista le preguntó textualmente cómo veía a la "tribu asturiana": " Cada vez más tribu. Primero, porque se lo puede permitir; es una tribu que vive muy bien por ahora. Pero vive de prestado y no piensa que ese mundo se pueda acabar. La vida es bella, la vida es dulce. Hay una fortísima identidad cultural, se pasa muy bien en Asturias en muchos aspectos, y con la cantidad de pensiones y subsidios que ha recibido hay para que el tiempo parezca eterno, pero pueden ser los últimos días de Pompeya".

Malestar de los rectores y los científicos por la división del actual Ministerio

El reparto de las competencias de política universitaria y de política científica y de innovación en dos ministerios distintos ha creado malestar entre los rectores y entre los científicos, según publicaron ayer varios medios nacionales. De acuerdo con esas informaciones, la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) emitió tiempo atrás un comunicado defendiendo que las áreas de ciencia, innovación y universidades debían formar parte del mismo ministerio, como de hecho ocurre ahora en el departamento que dirige Pedro Duque. Según fuentes citadas por "El Mundo", la propuesta para nombrar a Manuel Castells nuevo ministro de Universidades, a petición de Unidas Podemos y por indicación de En Comú Podem, la formación de Ada Colao, habría incomodado también al propio Pedro Duque.

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