Mefasa, el astillero que colocó a la comarca de Avilés en el escaparate

La sociedad castrillonense recibió encargos para reparar el yate "Fortuna" y construir el fallido "Corona de Mar", un regalo envenenado

El yate "Fortuna", en las instalaciones de Mefasa, en San Juan de Nieva, durante su reparación.

El yate "Fortuna", en las instalaciones de Mefasa, en San Juan de Nieva, durante su reparación. / RICARDO SOLÍS

C. JIMÉNEZ

La historia de Mecanizaciones y Fabricaciones S. A. (Mefasa) está muy ligada a la del Rey emérito, un amante de la navegación que vio cómo de la factoría en San Juan de Nieva (Castrillón) se cumplían deseos como la restauración del yate "Fortuna". La sociedad castrillonense, cuyo timón llevaba el empresario Francisco Javier Sitges, muy bien relacionado con la Familia Real y también con el exbanquero Mario Conde, asumió el contrato para la reparación y mantenimiento de la embarcación del monarca. Fue el empujón definitivo para el astillero considerado en ese momento como el de la "jet-set".

En 1981 el "Fortuna" entraba en el fondeadero de Mefasa para una renovación a fondo, de cuyo proyecto se encargó el propio Sitges. El "Fortuna" llegaría muchas más veces a la ría de Avilés. Igual que las visitas del monarca. Y de aquella buena relación para atender las necesidades de la embarcación del Rey emérito, surgieron otros planes. La empresa, que años más tarde caería en desgracia, asumió en 1988 el encargo de Patrimonio del Estado para construir una nueva embarcación, el "Corona de Mar", destinado a sustituir al "Fortuna", pero aquel proyecto nunca llegó a buen puerto por temor a que el gasto creara una mala imagen de la Familia Real española.

Por Mefasa pasaron en sus años dorados multimillonarios y gente bien y Mario Conde, que aspiraba entonces a conquistar España trató de ganarse el favor de Juan Carlos de Borbón regalándole un barco. Poco después el Rey ser vería obligado a renunciar al obsequio "por la crisis económica" que vivía España entre finales de los ochenta y principios de los noventa. Aquel presente -que sobrepasaba los mil millones de las antiguas pesetas- quiso ser utilizado por Conde para congraciarse con el Rey emérito. Nunca llegó a salir del astillero de la ría de Avilés. Según testimonios recogidos por este periódico, tras ese episodio comenzaron a revelarse las tramas de un posible chantaje y conspiraciones contra la figura del monarca.

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