JxCat y ERC mantienen, por el momento, el "fair play". Ayer, ambos partidos cerraron filas en torno a una situación excepcional: un Govern ratificando por decreto que, lejos de desobediencias o rupturas con la legalidad estatal -como siguió reclamando el destituido Joaquim Torra en una soflama en el Parlament-, constata que el nuevo "president sustituto" es Pere Aragonès y que seguirá gobernando en funciones hasta las elecciones de febrero. "Se ha acatado de forma humillante", denunció el otro partido independentista, la CUP.

El de ayer fue otro día de simbolismo. La portavoz del Govern, Meritxell Budó, proclamó: "No hay cambio de president". Horas después, en el Parlament, Aragonès mostró sin aristas su apoyo a Torra en un breve discurso: "Después de la inhabilitación, no hay president hasta que este Parlament escoja un president. No normalizaremos la situación". Budó también evitó los encontronazos con Esquerra y, por ejemplo, dejó en manos del nuevo grupo de coordinación JxCat-ERC la decisión de acudir o no a una eventual convocatoria de la mesa de diálogo con el Gobierno.

Ayer era día aun de cierre de filas y de apoyo a un Torra que se despidió en un pleno del Parlament en el que intervino como invitado, pese a la posición contraria de Cs y el PSC. Un pleno descafeinado, por la falta de diputados por la pandemia y por la ausencia de los representantes socialistas, que sirvió para que el ya expresident lanzara otra arenga más propia de su activismo que de su reciente rol presidencial.

Sin contenidos novedosos, que no alteraron el semblante de ERC, denunció un "golpe de Estado" contra las instituciones de Cataluña, comparó la democracia española con la turca, y proclamó "¡vergüenza!" contra quienes persiguieron su inhabilitación por haber desobedecido a la Junta Electoral Central para que retirara una pancarta en favor de los presos independentistas. Además, reclamó de nuevo que las elecciones sean un "nuevo plebiscito entre república catalana y Monarquía española".

ERC también cerró filas y vertió duras críticas contra el PSOE. Los republicanos Anna Caula y Sergi Sabrià calificaron de "esperpéntica" y "vergonzosa" la sentencia del Supremo. Caula, aparte, acusó al Gobierno de PSOE-Podemos de "esconderse".