"Te voy a matar, voy a dejar tu cabeza en un lugar donde la encuentre tu madre, y voy a quemar la casa con los niños dentro". Esas fueron las últimas amenazas que colmaron el vaso, ya hasta arriba de resignación y sufrimiento, de una mujer que durante años soportó en silencio los malos tratos. La víctima se atrevió por fin a denunciar a su maltratador al ser consciente, según reconoció este martes en el juicio, que éste estaba totalmente dispuesto a cumplir sus amenazas. Un compañero de trabajo de su marido le alertó de que había pedido un anticipo de 2.000 euros al jefe para marcharse a Rumania. "Pensé que lo iba a hacer, que esa noche iba a matarme a mí y a los niños, temí por la vida de mis hijos", confesó detrás de un biombo esta víctima de la violencia machista.

Su presunto agresor, de nacionalidad rumana, se enfrenta a penas que ascienden a los trece años y medio de prisión por un delito continuado de agresión sexual, según la petición del Ministerio Fiscal. Muchas de las agresiones se produjeron en presencia de los hijos de la pareja, menores de edad, que ahora tienen 3, 16 y 19 años, en el domicilio familiar, en la localidad de Benifairó de la Valldigna.

Por su parte, el procesado se limitó en el juicio, celebrado en la Sección Primera de la Audiencia Provincial, a negar una tras otra todas las acusaciones, tanto las agresiones físicas como verbales, así como las violaciones. Lo único que reconoció, y al serle claramente favorable, es que es consumidor habitual de alcohol.

Incluso la agredida, como le ocurre muchas veces a otras víctimas de la violencia machista, trató de justificarlo parcialmente al insistir en que era otra persona cuando bebía. Asimismo, ante las preguntas de la defensa, que le insistió en si le dijo claramente que no quería tener sexo con él, la mujer acabó admitiendo que no se le decía por miedo, pero su explicación demuestra lo sometida y condicionada que estaba por su compañero sentimental. "Cuando estaba borracho y violento accedía a tener sexo con él por el bien de los niños, no quería que armara escándalo con los niños delante", explicó la víctima.

"No vales para nada, no tienes dónde ir o quién te va a recoger con dos niños", eran algunas de las expresiones que utilizaba con ella su maltratador para minar su ánimo. Asimismo le impedía que hiciera amistad con otras personas cortando así cualquier posible medio de apoyo que pudiera tener, otro rasgo que también se repite en la mayoría de maltratadores con sus víctimas.

"Viví con ese miedo veinte años, al final te acostumbras", reconoce. "Para estar bien en casa y por el bien de los niños accedía a cosas que de otra forma no hubiera consentido", argumenta. "Era solo cuando estaba borracho", añadió. La misma justificación que se dio durante años a sí misma para soportar vejaciones, el lanzamiento de objetos, patadas, empujones, tirones de pelo y otros atentados contra su integridad física.