En cuatro meses Castilla y León ha montado en la antigua residencia de Valladolid un hospital covid con capacidad para 188 pacientes para aliviar a los hospitales de toda la Comunidad, lo que ha provocado las críticas de los sanitarios que denuncian que el personal "se ha quitado" de otros centros y se "han forzado" traslados.

La idea es contar con un recurso para toda la Comunidad que permita a los otros 14 hospitales públicos seguir con la actividad no covid, esas otras patologías graves que pueden verse afectadas por la presión de la pandemia, que en esta segunda ola ya tiene las ucis al 69 %, y eso que se han habilitado casi 200 camas más de críticos, hasta las 520, y las plantas hospitalarias figuran esta semana al 72 por ciento de sus 6.230 plazas.

Puesto en marcha el pasado 9 de noviembre, con 48 camas iniciales, este jueves ya tenía 28 pacientes, buena parte de los principales hospitales de la Comunidad, como son el HUBU y el Clínico y el Río Hortega de Valladolid, pero también de Palencia y Medina del Campo.

Con una plantilla de 98 profesionales, la infraestructura ha costado más de 3,7 millones de euros, para garantizar la máxima seguridad ante la covid, con sistemas especiales de ventilación, circuitos separados se material limpio y sucio, puertas automáticas con apertura por tarjeta o una entrada propia para los enfermos.

El principal problema a la hora de ponerlo en marcha, en principio sólo una de las dos plantas que atenderán covid, ha sido, como sucede en toda la sanidad regional y nacional, dotarle de sanitarios, en un momento en el que las bolsas de empleo están a cero en médicos y enfermería y además los profesionales están agotados tras los duros meses anteriores y muchos afectados también por el coronavirus.

"Las plantillas están muy ajustadas en todos los hospitales y no existe personal en las bolsas por lo que la única opción ha sido" que los hospitales cedan "donde puedan ceder", explica a Efe el gerente de Valladolid, Eduardo García Prieto, quien precisa que han contratado a toda enfermera susceptible de ser contratada, lo mismo que cualquier internista, neurólogo o geriatra.

"La idea no parece mala pero se abre sin la dotación suficiente de personal", que se ha tenido que "quitar de otros lugares", o "forzar a los profesionales a moverse", cuando ademas ya existía un recurso para la covid en la primera ola, el Hospital Feria de Valladolid, "que se montó y desmontó con una inversión perdida", plantea a Efe la secretaria del sindicato de Enfermería Satse en la Comunidad, Mercedes Gago.

El gerente de Valladolid explica que en principio la participación en el proyecto es voluntaria, mediante una atribución de funciones, que sindicatos como CESM considera en la práctica como un "traslado forzoso", lo mismo que alguno de los "nominados" a ese cambio de lugar de trabajo, como es el caso de un internista de Salamanca, que ha declinado ser voluntario y sólo irá si le obligan.

Esto no pasó en la primera ola de la covid, donde la voluntariedad funcionó con profesionales de unos hospitales que se trasladaron a otros de la Comunidad para echar una mano y trabajar como una única gran área sanitaria, recuerda García Prieto.

Ahora en la segunda ola hay "un cansancio, casi agotamiento de los profesionales sanitarios", con el añadido de que en la primera tenían todo el apoyo de la población, que ahora muestra un cierto grado de incomprensión porque la población también está cansada y necesita una normalidad asistencial", reflexiona el gerente de Valladolid.

Por el momento la primera parte del partido está superada, con esos 92 profesionales trabajando en la primera planta, pero si se pone en marcha la segunda harían falta otras 24 enfermeras, cinco o seis médicos, 19 ó 20 auxiliares, anticipa García Prieto.

La responsable de Satse en la Comunidad advierte de que captar a sanitarios requiere mejores contratos, ya que nadie se va a venir a Castilla y León desde otras autonomías o desde Inglaterra por un contrato de dos meses, o cobrando 600 euros menos que el País Vasco, Navarra o Cantabria, y denuncia que "a la gente que se le acaban las contrataciones no se le renueva para obligarle a ir a otros puestos".

García Prieto explica que en la primera ola, la urgencia llevó a montar el Hospital Feria, con ese mismo objetivo de atender a toda la Comunidad, pero en esta segunda la sanidad regional apostó por un recurso más permanente y se reformaron esas dos plantas de la antigua residencia, que en las tres primeras tiene consultas, y que tiene dos más todavía libres que podrían ser utilizadas si se precisa.

Se trata de un hospital dirigido a pacientes muy concretos: enfermos de covid mayores de 15 años que necesitan hospitalización, con situación clínica estable, que pueden requerir respiración asistida pero no ser intubados, y sin enfermedades crónicas que puedan agravar la situación, detalla.

Son los propios hospitales de la Comunidad los que seleccionan a los pacientes que pueden ir a este nuevo recurso, el edificio Rondilla, que toma el nombre del barrio en el que se asienta, teniendo en cuenta situaciones clínicas y también sociales.

"Si fuera una solución fácil y no supusiera ningún problema para el paciente tendríamos llenas todas las plantas", sostiene García Prieto, en referencia a que hay que trasladarse de otra ciudad, con lo que eso supone para el paciente y los familiares, que pueden recurrir a las ayudas que hay por desplazamientos para ello.

No son pacientes tampoco a los que se les vaya a dar el alta en un par de días, si no que requieren un cierto tiempo de hospitalización, y esta semana son más de una veintena los ingresados, de distintos puntos de la Comunidad.

La idea es que esta nueva estructura sea permanente y que pueda permitir movilizar a personas desde el Clínico de Valladolid durante las obras de ese hospital y, a más largo plazo, se plantea transformarlo en una unidad de convalecencia y de unidad de paliativos de hospitalizacion sociosanitaria.