El golpe fue mucho más duro de lo que preveían los más fatídicos pronósticos electorales. El batacazo electoral sin precedentes de Ciudadanos sume al partido en una profunda crisis con la pérdida de 30 escaños y el retroceso de la primera a la séptima fuerza del hemiciclo con 6 diputados (cinco por Barcelona y uno por Tarragona). Pero los naranjas no quisieron tomar decisiones en caliente y dejaron el futuro de la formación -y de sus liderazgos- en manos de lo que decida el comité ejecutivo este lunes en una reunión urgente que se celebrará a las 19 horas en Madrid.

La trompada es especialmente dura tras haber forzado una vuelta a las esencias, con el retorno de los fundadores que se alejaron de las siglas por los volantazos ideológicos de Albert Rivera, en la tierra que les vio nacer en el 2006. El empeño de Carlos Carrizosa -ungido candidato tras apartar a la ganadora de las primarias Lorena Roldán- codo a codo con Inés Arrimadas a lo largo de toda la campaña no evitó la sangría de votos al PSC y a Vox. La baja participación, el cambio de prioridades del electorado -que aparca al 'procés' y prima la gestión de la pandemia-, la irrupción con fuerza de la ultraderecha y el 'efecto Illa' se llevaron por delante las aspiraciones de no perder más de la mitad de los 36 diputados del 2017.

Los miembros del partido se mostraron desnortados y pasaron de la euforia a la angustia en tan sólo tres años. Arrimadas y Carrizosa se conjuraron junto a su equipo de campaña en un despacho de la Gran Vía de Barcelona durante toda la tarde y no llegaron a la helada terraza Miramar, situada en la montaña de Montjuïc, hasta que finalizó el escrutinio. "No hemos sabido movilizar al electorado constitucionalista", reconoció el candidato, a lo que Arrimadas añadió que "se avecinan años duros con el resultado de estas elecciones porque el separatismo ha visto aumentada su mayoría en escaños".

Y es que a las puertas del primer aniversario de Arrimadas como líder se salda un fiasco electoral difícil de digerir para las filas naranjas después de haber incrementado escaños en las últimas tres elecciones catalanas. La enérgica victoria electoral del 21-D del 2017 se fue evaporando después de que declinara postularse como presidenta a la Generalitat por falta de apoyos y tras hacer la mudanza del Parlament al Congreso de los Diputados con buena parte de sus escuderos en Cataluña.

La pírrica presencia en la Cámara Baja tras las elecciones generales del 10-N, con 10 escaños de los cuales tan sólo dos por Cataluña, ya avecinaba un duro declive electoral. El giro al centro en el Congreso, al tiempo que se mantenían intactos los pactos autonómicos con el PP y el espaldarazo de Vox, confundió al electorado, y los pésimos resultados les condenan a la irrelevancia parlamentaria en Cataluña. El cinturón rojo que se tiñó de naranja en el 2017 vuelve a su color original en el 2021.