Unas 4.500 personas, según la Guardia Urbana de Barcelona, han ocupado el paseo de Gràcia de la capital catalana en un Día de la Mujer atípico marcado por la COVID-19, que ha obligado a sustituir la tradicional manifestación del 8M por una concentración estática para reducir el riesgo de contagio.

Bajo el lema "Juntas, diversas y rebeldes somos imparables", el acto ha arrancado hacia las 18.30 horas en el paseo de Gràcia con todas las inscripciones -alrededor de 3.600- agotadas, lo que no ha impedido que algunas personas se sumaran a la reivindicación feminista al son de "Yo no me quedo en casa".

Lo han hecho para reclamar la igualdad de derechos para las mujeres y aprovechando que, a diferencia de otras comunidades autónomas como Madrid, los tribunales catalanes no han prohibido las manifestaciones del 8M.

Este año y debido a la pandemia, el colectivo Vaga Feminista, que organiza el evento, ha preparado una concentración estática con distancias de seguridad, formada por ocho tramos, dos de ellos mixtos y con capacidad para unas 450 personas cada uno, desde la Gran Via de les Corts Catalanes y hasta la avenida Diagonal.

Desde allí, las congregadas han alertado de las crecientes desigualdades y de la situación de precariedad que ha intensificado la emergencia sanitaria del coronavirus con un manifiesto que aboga por construir una sociedad "fuera del sistema capitalista, heteropatriarcal y colonial".

Coreando consignas como "Viva la acción feminista" y portando pancartas con lemas como "Contra las violencias machistas, justicia feminista" o "Basta agresiones hacia las mujeres", las manifestantes han apostado por la derogación de la ley de extranjería, un sistema de pensiones "digno", la integración de las trabajadoras del hogar en el sistema de cotización de la Seguridad Social y han condenado los desahucios.

Han exigido políticas públicas de vivienda "ambiciosas", una reforma del sistema judicial para incorporar estándares internacionales en relación a las violencias machistas y el fin de la ley de Seguridad Ciudadana, popularmente conocida como 'ley mordaza'.

La lluvia fina que ha caído de forma intermitente a lo largo del día en Barcelona ha cesado, lo que ha animado la música y las reivindicaciones de las manifestantes.

Tampoco ha faltado la participación de políticos como el presidente del Parlament, Roger Torrent, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, el secretario general de CC.OO. en Cataluña, Javier Pacheco, la jefa de filas de JxCat, Laura Borràs, y los consellers republicanos Bernat Soler (Acción Exterior) y Ester Capella (Justicia), entre otros.

La líder de los comunes en Cataluña, Jéssica Albiach, y la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana, Elisenda Paluzie, se encontraban también entre las manifestantes.

El toque de color ha llegado hacia las 19.15 horas, cuando las manifestantes han arrojado haces de color lila al aire con sus teléfonos móviles y han dedicado un minuto de silencio a las víctimas de violencia machista, con pequeños carteles colocado en el suelo en los que podía leerse el nombre, la edad y el municipio de residencia de las víctimas de esta lacra.

La concentradas, todas ellas con mascarillas, han respetado las distancias de seguridad, una medida que se ha recordado constantemente por megafonía durante el acto.

Aunque a causa de la COVID-19, la concentración de este año ha estado lejos de lograr la asistencia masiva del año pasado, cuando reunieron a 50.000 personas, se ha celebrado con un marcado tono reivindicativo y festivo con música y las manifestantes han acabado bailando al son del mítico tema "No controles", de Ole Ole.

Para dar más visibilidad al 8M ante la falta de una concentración masiva por la pandemia, la organización ha llamado a decorar los balcones de todas las viviendas catalanas en apoyo a las trabajadoras de servicios esenciales y ha convocado una cacerolada a las 21:00 horas para que emanen de los hogares "luces y sonido".