El PP vuelve a la oposición dura en pleno auge de protestas en la calle y ante el temor del Gobierno de que el malestar en los distintos sectores se cronifique. Justo cuando se cumple un año de la ruptura con Vox con aquel discurso de Pablo Casado en la moción de censura que defendió Santiago Abascal (“hasta aquí hemos llegado, no somos como ustedes porque no queremos serlo”, dijo desde la tribuna), el PP eleva el tono y endurece sus posiciones políticas contra Pedro Sánchez. El ejemplo más claro llegó con la petición de aplicar un 155 en el ámbito educativo en Cataluña para que se cumpla la obligatoriedad del 25% del castellano en las aulas.

Casado sabe que es un brindis al sol, pero decidió poner a disposición del Gobierno “a sus senadores” para aprobar la herramienta en la Cámara Alta y adelantarse a su rival por la derecha. Lo hizo ayer en una concentración de apoyo a la Guardia Civil y la Policía Nacional, donde todos protestaron contra la derogación de algunos aspectos de la Ley de Seguridad Ciudadana, la ley mordaza, aprobada por el PP. Y hubo fotografía conjunta con Vox, que también estuvo en la cabecera, sujetando la pancarta principal.

En muy pocos meses las cosas han cambiado mucho. Si en junio la obsesión de los populares era evitar la imagen junto al partido de Abascal en lo que se entendió como la reedición de la manifestación de Colón, este miércoles no hubo gesticulación de ningún tipo para sortearla. Incluso algunos de los mensajes de ambos líderes se repitieron. “Esta contrarreforma deja vendida a la policía. Quizás se están preparando para la oposición y las algaradas en la calle”, vaticinó Casado. Poco después Abascal defendía una idea similar: “Es una ley para desarmar a la policía y cuando pierdan las elecciones, poder incendiar las calles con sus esbirros y con total impunidad”.

No es el único giro. La protesta del pasado verano contra los indultos incomodó mucho al PP por varios motivos. El primero, porque comprendieron que en la calle no podían competir con Vox y que el partido ultra siempre capitalizaría mejor el descontento social. En ese momento, la cúpula popular dejó claro que se centraría en hacer oposición institucional, dentro del Congreso y en los parlamentos autonómicos, y que abandonaría esa competición. Hasta el punto de que los principales dirigentes advirtieron que los cargos públicos que siguieran asistiendo a protestas, lo harían a título individual. 

Además, la dirección nacional es consciente de que el auge de Vox tiene mucho que ver con la gestión de la crisis catalana del anterior gobierno de Rajoy y, de alguna manera, querían desvincularse de esa etapa. Todo ello después de que el propio Casado se desmarcara durante la campaña de las elecciones catalanas de la gestión del 1-O. El PP obtuvo el peor resultado en esas autonómicas, quedándose en apenas tres diputados. En todo caso, en el entorno del líder popular siempre han reconocido que su intención era “pasar página” y no hacerse cargo de las decisiones que tomó el anterior Gobierno del PP. 

“Ahora hay que dar respuesta a la gente”

La estrategia en la calle también ha cambiado. Los populares han decidido combinar la oposición institucional con las manifestaciones. Casado estuvo en la concentración frente a la Delegación del Gobierno mientras otros de sus dirigentes se desplazaron a ciudades como Zaragoza, Málaga o Valencia por la misma causa. Al mismo tiempo, Elvira Rodríguez, responsable económica, acudía al Ministerio de Agricultura para estar con los productores de frutas y hortalizas. “Ahora hay que dar una respuesta a la gente. No es lo mismo inducir el movimiento, como ocurría en verano, que respaldar un movimiento de la calle al que queremos apoyar”, explican algunos miembros de la dirección para justificar el cambio de postura.

Está por ver si Casado acudirá a la manifestación del sábado en Madrid organizada por guardias civiles y policías. Sí lo harán Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida. La protesta saldrá desde la Puerta del Sol y la presencia del líder popular estaba confirmada desde hace días. Justo ayer en su equipo empezaron a airear dudas por problemas de agenda. Sería, en todo caso, el primer reencuentro público con la presidenta madrileña tras semanas sumidos en la batalla por el liderazgo del PP de Madrid.

Dureza en línea con Ayuso

Precisamente, la dureza expresada por Casado este miércoles con su petición del 155 educativo también supone un golpe en la mesa, un mensaje interno ante las dudas suscitadas sobre su liderazgo. Primero, por el pulso constante con la presidenta madrileña, a la que se le supone una oposición constante al Gobierno de Sánchez. También llega en mitad de la polémica generada por el libro de Cayetana Álvarez de Toledo, en el que no solo llama “bienqueda” al líder del partido, sino que también pone en duda su solidez como líder.

Distintos dirigentes del partido reconocen que la postura de Casado “implica liderar la situación” y “ponerse al frente” de lo que defiende el PP. Consideran que responde a “centrarse en lo importante”, tal y como lleva pidiendo el presidente del partido en los últimos días, y dejar a un lado las guerras internas. “Hacer oposición y mostrar la alternativa a Sánchez”, repiten una y otra vez.